HISTORIA ECONÓMICA DE LA EDAD MODERNA

Sunday, December 17, 2006

LA AGRICULTURA EUROPEA EN EL SIGLO XVIII
A comienzos del siglo XVIII predominan aún los paisajes agrarios heredados en los que la tendencia a la especialización aún no se ha marcado mucho. En general, hay un predominio del openfield, que permite en muchos casos el aprovechamiento común, y las técnicas agrícolas se han modernizado poco, aunque ya son frecuentes, según las zonas, avances como el arado brabanzón o el collarón para los caballos de tiro. También se han introducido sistemas de rotación de cultivos, aunque muy localizados.
Todo esto sufrirá importantes modificaciones. La mayor innovación del paisaje es la tendencia a los cercamientos (enclosures), que se produce en todas partes donde dominaba el campo abierto. Es una respuesta al cambio de condiciones del cultivo de la tierra, jurídica y económicas. En la tierra se podrán hacer innovaciones, aprovechar mejor los recursos y sacar un mayor beneficio. Con el cercamiento se agranda también la propiedad en las zonas del norte de Europa donde se desarrolla la nueva agricultura capitalista.
El aumento general de la demanda necesita una producción mucho mayor, que se conseguirá en parte con nuevas técnicas de cultivo, pero también con la extensión de las labores. En la primera mitad del siglo la producción pudo aumentar casi exclusivamente gracias a las roturaciones, con las que se ganan tierras abandonadas en los peores momentos del siglo XVII. En la segunda mitad del siglo, en cambio, disminuyen las roturaciones y en muchos sitios se introducen nuevas técnicas. Si la extensión hace descender la media de los rendimientos al ponerse en cultivo tierras peores, en las tierras buenas y allí donde aparecen nuevas técnicas, los rendimientos aumentaron notablemente, muchas veces acompañados de nuevos cultivo.
Naturalmente, todas estas realidades se presentas de manera diferente según las zonas climáticas, tan variadas en toda Europa. En los climas excesivamente cálidos y secos del sur, o en los más fríos del extremo norte, las modificaciones son más difíciles; en cambio, las nuevas técnicas se adaptan bien en las zonas templadas y húmedas, de suelo fértil, de las latitudes medias y sobre todo en los valles. De modo general, el clima no mejoró sustancialmente durante el siglo y se sigue en la fase fría que domina en Europa desde finales del siglo XVI. Es claro a este respecto, que también en este siglo XVIII del crecimiento, abundaron las malas cosechas y las crisis de abastecimientos como en los siglos anteriores, aunque seguramente fueron más abundantes en la segunda mitad del siglo y en la Europa mediterránea.
La producción agraria se verá incentivada por el aumento de población, también en muchos sitios mejoraron los niveles de vida, aunque fuera sectorialmente, según determinados grupos sociales, lo que incrementó la capacidad adquisitiva y la demanda. La agricultura fue capaz de dar de comer mejor y a más cantidad de habitantes por unidad de producción, aunque también exista la ayuda de los productos alimenticios.
Aumentó también la población urbana. La tradicional interacción entre campo y ciudad se convirtió en algunos lugares en una subordinación del campo a la urbe y hubo un progresivo incremento de la población dedicada a servicios sobre la población activa agraria. Existen ya provincias enteras que condicionan su agricultura al abastecimiento de grandes ciudades cercanas, como son Londres, París o Madrid. Otras veces, la actividad comercial exportadora de la ciudad es la que condiciona los cultivos cercanos, como es el caso de Burdeos y sus viñedos.
También se va modificando la estructura de la propiedad agraria. La posesión de la tierra es más apetecible y los burgueses la buscan, tanto por el beneficio económico, como por el deseado status de rentista. A veces sirve la compra directa; otras, basta la apropiación a la que habilitan las deudas impagadas de los campesinos a los que se ha prestado con hipoteca de su tierra. En todo el Occidente se produce una tendencia a la desaparición del pequeño propietario, convertido en arrendatario.
La situación de éstos es muy variada y va desde la del tenant inglés, casi un propietario de hecho, con arrendamientos a largo plazo, similar a los sistemas de enfiteusis del continente, hasta las situaciones casi serviles aún de algunas regiones de Francia y del centro de Europa. En muchos lugares hay también una tendencia a acortar los plazos del arrendamiento para poder subir el alquiler. Durante buena parte del siglo esas tendencias fueron una respuesta al auge de la tierra. En las últimas décadas, sin embargo, cuando se nota la presión de la población sobre una tierra azotada por frecuentes problemas climatológicos y por el alza de los precios, el propietario necesitaba elevar las rentas para no perder capacidad adquisitiva y el arrendamiento ya no estará en condiciones de pagar. En Francia este fenómeno, que ha sido calificado en algunos casos de nueva refeudalización, está claramente en el fondo de las protestas campesinas relacionadas con la Revolución.
En todas estas apreciaciones no se ha tenido en cuenta la situación de la Europa oriental, prácticamente inmóvil, donde predominan los trabajos serviles y la gran propiedad de la aristocracia, sin que el capital burgués haya entrado en absoluto en el campo.
El aumento de la producción, la introducción de novedades y a la vez el mantenimiento de las estructuras tradiciones, son una suma de realidades que a veces han sido interpretadas como revolución agraria y otras simplemente como fenómenos de crecimiento con limitaciones. Desde el punto de vista descriptivo sigue habiendo un predominio de la agricultura tradicional. Por otra parte, la imagen crítica que se suele tener de la agricultura en algunos países corresponde al secano, donde hubo pocos cambios y la producción aumentó de manera extensiva. No obstante, en muchos sitios crecieron también los cultivos de regadío con técnicas tradicionales. La demanda de estos productos hizo que la huerta ganara terreno al secano, especialmente cerca de las ciudades. A ello habría que añadir el desarrollo de los cultivos de exportación.
A los métodos tradicionales, algunos más intensivos, se suman otros que suponen el desarrollo de una nueva agricultura sobre todo en dos aspectos:
1.La estructura de la producción
2.La mentalidad del propietario, que se va haciendo más empresarial.
No todo es nuevo, pero ahora las novedades son más frecuentes y se difunden más. Hay una pasión por lo agrario y una mayor conexión con el desarrollo económico.
Los nuevos propietarios con mentalidad capitalista miraban al campo de otra manera. La agricultura se puso de moda, en primer lugar, entre los teóricos, incluidos los filósofos que difundieron una nueva idea de la naturaleza física, como puede verse en los Discursos sobre el tema de Rousseau, o en la Historia natural de Bufón; junto a ellos están todos los difusores de la fisiocracia.
Pero la teoría no lo es todo, también se estudian con detalle nuevas técnicas de cultivo y de cría y ganados. Pronto empezaron a aparecer obras especializadas y las ideas básicas se difundieron en panfletos y periódicos especializados, y por la formación de sociedades cuyos miembros estudiaban los problemas teóricos y fomentaban la práctica de las novedades
El capitalismo agrario, el aumento de la producción agrícola y ganadera y la especialización sólo podían tener amplia cabida allí donde el mercado podía absover esos cambios, porque se estaban produciendo también otros en diferentes sectores. Esto ocurría en Inglaterra, donde la Revolución Industrial llevaba consigo una necesaria transformación agraria.
Se produjo en Inglaterra una especialización regional a gran escala (no sólo comarcal), entre zonas de agricultura rica y especializada, que pueden producir para el mercado interior y exterior, y zonas de suelo menos fértil, orientadas hacia la industria. Dado que la nueva agricultura retuvo mucha mano de obra relativamente bien pagada, e impidió la emigración, estas regiones se convertirán en buenas compradoras de manufacturas, lo que favoreció el comercio interior.
Los mayores beneficios obtenidos a través de la especialización favorecieron la inversión en otras actividades, como la industria, y la mejora de las explotaciones. El campo obtuvo y necesitó cada vez más capitales y el desarrollo de los bancos rurales favoreció créditos e inversiones. Del campo salió el dinero que financió la construcción de canales, fundamentales para el riego y el transporte. También el dinero drenado hacia el campo por el auge de las eclousures favoreció un importante incremento de la renta agrícola en el total de la renta nacional y permitió modificar los mecanismos de ofertas y demanda de productos agrícolas e industriales abaratar los costes por la especialización. La agricultura así fortalecida, pudo aguantar también un mayor peso fiscal y liberar de ello a otros sectores en la difícil coyuntura de fin de siglo.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home