HISTORIA ECONÓMICA DE LA EDAD MODERNA

Saturday, November 25, 2006

LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO LIBERAL: ADAM SMITH
Adam Smith era un economista y filósofo británico, cuyo famoso tratado Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, más conocida por su nombre abreviado de La riqueza de las naciones (1776), constituyó el primer intento de analizar los factores determinantes de la formación de capital y el desarrollo histórico de la industria y el comercio entre los países europeos, lo que permitió crear la base de la moderna ciencia de la economía.
Nacido en Kirkcaldy (Escocia), tras completar su formación primaria en su localidad natal, en 1737 acudió a la Universidad de Glasgow para iniciar estudios de filosofía moral, que completaría en el Balliol College de la Universidad de Oxford. Desde 1748 hasta 1751 fue profesor ayudante de retórica y literatura en Edimburgo. Durante este período estableció una estrecha amistad con el también filósofo escocés David Hume que perduró hasta el fallecimiento de éste en 1776. Esta relación influyó poderosamente en la formulación del conjunto de las teorías económicas y éticas de Smith.
En 1751 empezó a dar clases en la Universidad de Glasgow como catedrático en lógica y un año mas tarde pasó a la cátedra de filosofía moral al quedar ésta vacante. La asignatura de filosofía moral comprendía teología natural, ética, jurisprudencia y economía. Durante la década de los años cincuenta se dedicó al estudio y a la docencia, al tiempo que mantenía contacto con los círculos intelectuales de Glasgow. Justo en esta época empezó a publicar sus trabajos, entre ellos el Theory of Moral Sentiments o Teoría de los Sentimientos Morales (1759), en el que se preanunciaban ya algunos de los temas del pensamiento económico y sociológico moderno.
En 1762, y tras dimitir de todos los cargos, aceptó ser tutor del duque de Buccleugh (cargo que le habían ofrecido meses antes). Con su pupilo, en 1764, se dirigió al continente para realizar el gran tour, un viaje educativo común entre la juventud aristócrata con la intención de instruirse y conocer los considerados como países civilizados. En el recorrido, entró en contacto con grandes pensadores franceses prerrevolucionarios de la época como Turgot, D'Alembert y François Quesnay.
Tras el viaje, volvió a su localidad natal, Kirkcaldy, en 1766. Allí vivió en los años siguientes mientras trabajaba sobre sus escritos. En esa localidad dio forma a la obra por la que se le conocería en todo el mundo, An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations o Investigación de la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, que publicó en Londres en 1776. Tras la edición de la obra recibió el cargo de Inspector de aduanas de Escocia y se le destinó a Edimburgo. En 1787 fue nombrado rector de la Universidad de Glasgow y murió en Edimburgo en 1790.

Obra científica
El pensamiento de Smith partía de la observación de la realidad económica y social en la que se hallaba inmerso, de ahí que realizara un estudio crítico de la fisiocracia y el mercantilismo. En lo que se refiere a la fisiocracia, cabe comentar que Smith tenía muy presente sus puntos de vista ya que conocía la doctrina y personalmente a los autores que la habían enunciado, como Quesnay. En cualquier caso, Smith consideraba la fisiocracia como una doctrina errónea por cuanto ésta sólo estimaba a la agricultura como creadora de riqueza, mientras que el comercio y la industria eran entendidas como simples interacciones estériles entre los agentes económicos.
Adam Smith se colocó radicalmente en contra del mercantilismo, si bien con este término se refería a algo difuso que acumulaba la historia económica de su época. Como defensor de la libertad económica y de la libre acción entre los agentes sociales era inevitable que se situara en contra de las posiciones mercantilistas, de los aranceles y de las aduanas.
Con respecto a la libertad económica, Smith la defendió como lo hizo con otros postulados cercanos a la libertad de elección individual. De ahí se deriva que mantuviera una posición defensora de la libertad de comercio entre individuos. Con relación a este aspecto señaló, además, que existía un círculo virtuoso por el que el egoísmo individual de muchos ciudadanos que miraban por su interés conducía al bienestar social del colectivo. Y es en este aspecto en el que entra en juego la llamada mano invisible del mercado, la cual, no sólo asigna tareas, sino que también dirige a las personas en su elección de ocupación y hace que se tengan en cuenta las necesidades de la sociedad. De la misma manera, el mercado regula cuáles son las mercancías que han de producirse. La esencia de la economía de mercado es que en ella todo se convierte en mercancías con un precio y que la oferta de estas mercancías es sensible a los cambios de precio. En lo que se refiere a la relación entre el estado y el sector privado, en la misma línea se mantuvo a favor de la menor intervención posible de la autoridad estatal en la vida económica.
Sobre la riqueza, Adam Smith estableció que para que ésta se diera y creciera era necesario primero diferenciar las clases de empleo que había. Por una parte cabía diferenciar entre los empleos que corresponden a actividades productivas y las que no lo eran. De entre las productivas, además, matizó que existían determinadas actividades que eran más adecuadas para crear riqueza y éstas eran las dirigidas a la producción de bienes tangibles con excedente.
Sobre el valor, Smith introdujo una de las polémicas más importantes de la economía, la del valor de los bienes y servicios negociados en la economía. En un primer término diferenció entre valor de uso y valor de cambio. El valor de uso correspondía al que poseían los bienes por la utilidad que proporcionaban. El valor de cambio correspondía al que estos bienes tenían en el comercio. Una cuestión ya más profunda era saber a qué correspondería el valor de cambio. Éste se deduciría del trabajo humano aplicado al bien para producirlo, aunque en estos términos todo resultaba más difuso. En cualquier caso, el trabajo incorporado al bien debía incluir asociado a la mano de obra y a los otros dos factores de producción, la tierra y el capital (utilizando como medida de estos también al trabajo). En definitiva, por la suma de ellos se llegaría un precio natural que sería el valor de bienes y servicios, sobre el que gravitarían los precios de un mercado. En consecuencia, por la interacción de los agentes se llegaba a una coincidencia entre precios de mercado y natural ante ausencia de intervención por parte del Estado. De ahí su defensa del llamado laissez-faire (no intervención del gobierno en los asuntos económicos) y en contra de las estructuras gremiales.
Sus principales obras fueron Theory of Moral Sentiments en 1759; Inquiry into the Nature and into the Causes of the Wealth of Nations o Investigación de la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, en 1776; Essays on Philosophical Subjects, en 1795.







Thursday, November 23, 2006

LA FISIOCRACIA
Los primeros intentos de sistematización de las Ciencias Económicas se deben a los fisiócratas.
La fisiocracia es la doctrina económica del siglo XVIII que consideraba la agricultura como única fuente de riqueza de la sociedad.
Según esta teoría, la producción agrícola (producción neta) es la única fuente de riqueza en cuanto que sólo esta actividad genera bienes que pueden ser consumidos sin alterar la fuente que los origina.
La fisiocracia se originó en Francia durante la segunda mitad del siglo XVIII cuando François Quesnay, médico de la Corte de Luis XV, publicó varios artículos de economía y su Tableu économique (1758), acompañado de una memoria titulada Maximes générales du gouvernement d´un rouyame agricole. De François Quesnay hay que destacar que no fue hasta cumplidos los sesenta años cuando su formación naturalista le llevó a interesarse por la economía, a raíz de la obra de Mirabeau El amigo de los hombres. Ambos personajes entablaron relación en 1757 y juntos crearon la escuela fisiocrática. Escribió su Ensayo físico sobre la economía animal. Mantuvo contactos con otros pensadores ilustrados franceses, principalmente con los enciclopedistas; incluso colaboró en la Enciclopedia de Diderot y d'Alembert con artículos sobre temas de filosofía y economía. También tuvo relación con la denominada Escuela de Gournay, a la que pertenecía Turgot.
Su obra más importante fue la Tableau économique, publicada en 1758, que encierra la doctrina básica de la escuela fisiocrática; a esta obra añadió más tarde el Análisis divulgativo. La sociedad fue dividida por Quesnay en tres clases: agricultores, propietarios y el "resto", a los que él denominaba clase estéril. La agricultura era la única rama realmente productiva, porque sólo ella da el producto neto (la diferencia entre la riqueza generada y los gastos necesarios para producirla). Esta obra trata de describir el flujo de renta entre las distintas clases sociales. Este autor partió del supuesto de una agricultura que genera una renta de cinco mil millones de francos, los agricultores guardan dos mil millones para su propio abastecimiento y para cubrir los gastos que los cultivos suponen, con los tres mil millones de francos restantes compran a la clase estéril por valor de mil millones y entregan el resto a los propietarios, éstos a su vez compran mercancías por mil millones a la clase estéril y otros mil millones en productos agrícolas, por su parte la clase estéril que ha recibido mil millones de los agricultores y otros mil de los propietarios emplea dicha renta en comprar mercancías a los agricultores. Los dos mil millones que reciben los propietarios son el producto neto, es decir, el excedente de la agricultura tras descontar los costes de producción.
En consecuencia había que fomentar el desarrollo económico basado en la agricultura capitalizada y tecnificada; por ello propuso una política económica estrictamente liberal en su obra Máximas generales del gobierno económico de un reino agrícola, escrita en 1760.
Su fuerte liberalismo económico contrastaba con una clara preferencia por el despotismo monárquico ilustrado, en el que abogaba por una esmerada educación del príncipe, desde su infancia, que le hiciese capaz de gobernar ordenadamente al pueblo.
Quesnay mostraba una gran predilección por el modelo de agricultores ricos e innovadores del norte de Francia y los Países Bajos, modelo que pretendía implantar en todo el territorio francés, para lo cual era imprescindible desmontar el modelo preexistente de regulaciones económicas de la época mercantilista.
Su crítica al modelo mercantilista y al intervencionismo económico se constituyó en la base del modelo económico liberal, que posteriormente desarrolló Adam Smith. A partir de los sucesos de 1789, sus teorías adquirieron una gran influencia y fueron seguidas como modelo económico de la Revolución Francesa.
Entre sus principales discípulos cabe destacar:
- Marques de Mirabeau : famoso economista francés de la escuela fisiocrática y famoso autor de la obra El amigo de los hombres (1756), en la que defendía que la riqueza de un reino dependía del tamaño de su población.
Como se apuntaba anteriormente, de su encuentro y posterior colaboración con otro gran economista de la época, Françoise Quesnay, nació la escuela fisiocrática. Influido por éste, Mirabeau escribió una Teoría de los impuestos (1760) en la que defendía la idea de racionalizar la imposición creando un único impuesto sobre la renta de la tierra. Estas teorías le llevaron a la cárcel durante un tiempo. La siguiente obra que elaboraron juntos fue Filosofía rural (1763), uno de los textos básicos de la doctrina fisiocrática.
Mirabeau fue el primero que acuñó el término mercantilismo, con el que se conocen las doctrinas económicas intervencionistas que predominaron en la Europa de los siglos XVI y XVII.
- Pedro Samuel Dupont de Nemours : economista y escritor francés, miembro del Instituto francés. Fue miembro de la asamblea de los Notables y de la Constituyente, estuvo perseguido y formó parte del Consejo de los Ancianos. Huyó a los Estados Unidos a consecuencia de los sucesos del 18 fructidor, aunque volvió a Francia en 1802, llegando a ser nombrado consejero de Estado por Luis XVIII en 1814. al volver Napoleón en 1815, se dirigió nuevamente a América, donde pasó el resto de su vida. Sus principales obras son: Origen y progresos de una ciencia nueva; De la administración de los caminos; Fisiocracia o constitución natural del gobierno más ventajoso al género humano; Cuadro Sinóptico de los principios de la economía política; Filosofía del universo; La educación nacional en los Estados Unidos de América.
- Nicolas Baudeau : Economista francés, fundador de Ephémérides du citoyen, donde se propugnaba un sano humanismo y se combatía la esclavitud, así como las doctrinas de Quesnay y su escuela (1730-92). Sin embargo, en 1766, abandonó su mercantilismo liberal, y desde 1767 a 1772 las Ephémérídes fueron el órgano oficial de los fisiócratas. Suprimido el periódico, reapareció con el título de las Nouvelles ephémérides économiques. Baudeau fue el primero que usó el término fisiocracia, y en su libro Premiére introduction a la philosophie économique ou analyse des états policés (1771) hizo una clara exposición del sistema. Desterrado por un tiempo, a su regreso tomó parte en las discusiones prerrevolucionarias y produjo su Les vrais príncipes de l'administration des finances opposés a ceux de M. Necker (1785) y Idées d'un citoyen presque sexagénaire sur l'etat actuel du royaume de France (1787).
- Mercier de la Riviére : Tratadista político perteneciente al grupo de los fisiócratas franceses (1720-93). Es uno de los exponentes de la doctrina en sus aspectos políticos, y su libro L'ordre naturel et essentiel des sociétés politiques (2 volúmenes, 1767) resulta una extraña mezcla de despotismo político y libertad económica. Desarrolló las ideas fundamentales de Quesnay, pero para él la unidad se encarnaba en el soberano que debía ser un monarca absoluto que ejerciera el poder legislativo y el ejecutivo, y habla de la nación como si fuese una comunidad de terratenientes cuya riqueza no puede ser alterada sin pérdida para la nación y de los trabajadores como la población que no tiene vínculos con la patria. Sus otras obras más conocidas son: L'intérét général de l'état (1770) ; Essai sur les maximes et les lois fundamentales de la monarchie frangaise (1789), y Palladium de la constitution politique (1790).
- Guillaume François Le Trosne : Economista francés, uno de los más claros expositores de las doctrinas fisiocráticas (1728-80). Después de haber escrito La liberté du commerce des grains toujours utile et jamais misible (París, 1765), sintió flaquear su convencimiento de que el impuesto único pudiese establecerse de golpe y aceptó como medidas transitorias las contribuciones sobre la tierra, los productos agrícolas y la lame personal que pesaba sobre los campesinos. Se mantuvo obstinadamente absolutista y contrario a las conquistas democráticas. Sus obras más importantes son: Discours sur l'état actuel de la magistrature, avec des notes économiques (1764); De l'intéret social (1777); De l'ordre social (1777) y De l'administration provinciale, et de la réforme de l'impót (1779).
Los miembros de esta escuela se denominan actualmente fisiócratas, aunque ellos se llamaban a sí mismos filósofos-economistas, predominaron en el pensamiento económico hasta la publicación de La Riqueza de las Naciones de Adam Smith en 1776.
El término fisiocracia significa gobierno de la naturaleza y se deriva de la afirmación fisiocrática de la existencia de leyes naturales eternas e inmutables. En el ámbito económico consideraban la propiedad el principal derecho natural, éste se entendía de tres maneras:
1. Libertad, es decir, el derecho que tiene todo hombre a disponer de sus facultades físicas e intelectuales según su propia voluntad.
2. Derecho a disfrutar de los frutos de su trabajo.
3. Derecho a la propiedad de la tierra.
Desarrollaron de esta manera la idea de un orden natural que debía ser conocido para organizar acorde con él las sociedades humanas y evitar futuros fracasos de ésta.
Para estos pensadores, únicamente la actividad agrícola era capaz de suministrar indefinidamente bienes consumibles sin perjudicar la fuente de obtención, las actividades industriales y comerciales se limitaban a añadir utilidad a la producción neta mediante la transformación o el transporte, estas dos últimas actividades productivas las denominaban estériles, no porque no proporcionaran utilidad, sino porque ésta derivaba exclusivamente de la aplicación del trabajo.
Como se ha explicado anteriormente al hablar de Quesnay, la fisiocracia divide la sociedad en tres clases sociales: agricultores, propietarios y la clase que se dedica a las actividades productivas denominadas estériles (resto), la llamada clase estéril. Justifican plenamente la existencia de los propietarios de la tierra porque aunque ésta no ha sido creada por el hombre el trabajo de mejora y conservación del suelo realizado por los propietarios debe retribuirse dentro del orden natural fisiocrático.
Los fisiócratas argumentaron que para lograr el crecimiento económico era necesario establecer políticas económicas que ampliaran el flujo circular de la renta, para ello era necesario estimular la acumulación de capital. Conscientes de la necesidad de establecer impuestos que cubrieran las necesidades del Estado indicaron que éstos debían gravar a la agricultura como único medio de obtener un producto neto imponible, sin embargo, para evitar frenar la acumulación de capital de los agricultores argumentaban que debía gravarse a los terratenientes que eran quienes en última instancia recibían el producto neto. Para no restringir el flujo de renta hacia los agricultores se mostraron asimismo favorables al libre cambio de los productos agrícolas, tanto en el comercio interior como en el exterior, argumentaban que las restricciones mercantilistas de la demanda mantenían bajos los precios. Por otra parte, se opusieron al consumo de bienes de lujo si constituían un impedimento para la acumulación de capital.
Otras ideas que preconizaron fueron:
- La libertad de trabajo
- La superioridad de los impuestos directos sobre los indirectos
- El despotismo ilustrado como mejor forma de gobierno, es decir, la soberanía ilimitada de un rey que defendiera la propiedad y se ocupase únicamente de proveer aquellos bienes que no podían ser satisfechos por la iniciativa privada ( educación, obras públicas).
Las ideas fisiocráticas penetraron en la sociedad francesa de la época, la minuciosa reglamentación estatal y la ineficacia en su aplicación impedían el desarrollo de una industria competitiva, la circulación de mercancías estaba muy restringida por los aranceles, impuestos y portazgos, además los gravámenes se concentraban en los campesinos mientras que el clero y los terratenientes estaban exentos de cargas. Por otra parte los gremios impedían el libre acceso al trabajo, restringían y regulaban la producción y los precios y se oponían a la competencia con otras ciudades y con el exterior.
El desarrollo del comercio y de la industria en Francia es la principal causa de disidencia con la teoría fisiocrática, hoy en día nadie comparte la idea de que la agricultura sea la única capaz de producir un excedente por encima de su coste en condiciones competitivas, aunque la naturaleza pueda explicar un excedente del producto físico, no puede explicarse la existencia de un excedente de valor, el problema de la fisiocracia fue no construir una teoría del valor que posteriormente Adam Smith elaboró.
Entre los autores que desaprobaron las ideas fisiocráticas deben destacarse Rousseau para quien la propiedad no era un derecho natural, sino una creación de la legislación positiva, que por otra parte aprobaba, y Turgot, que criticó la productividad exclusiva de la agricultura. Sin embargo, la teoría también ha recibido muchos elogios posteriores como los de Schumpeter o W. Leontief, éste último en sus propias tablas se inspiró en la misma idea que Quesnay en su Cuadro, incluso Keynes, al igual que los fisiócratas, vieron la necesidad de explotar todos los recursos disponibles del país. Todavía permanecen hoy día modernos fisiócratas que creen que la agricultura es la actividad económica más limpia y saludable que constituye la base sobre la que debe asentarse la actividad económica.





Monday, November 13, 2006

EL MERCANTILISMO
Definición y características generales
El mercantilismo no es más que el conjunto de creencias, teorías y prácticas económicas que se desarrollaron en Europa durante los siglos XVI y XVII, y que promulgaba:

1. Proteccionismo e intervencionismo: el Estado debe ejercer un control sobre el comercio y la industria para lograr aumentar el poder del país.
-Proteccionismo: es la política económica asociada al mercantilismo que preconiza la salvaguardia de la actividad económica nacional frente a la competencia internacional, a través del establecimiento de procedimientos de control del comercio. El proteccionismo se aplicó fundamentalmente al fomento de las exportaciones y a la restricción de las importaciones. Debido a ello, frente a los artículos manufacturados del extranjero se levantaron auténticas murallas arancelarias que hacían prácticamente imposible su entrada en el país. Además de intentar obstaculizar el comercio mediante aranceles también buscará proteger la propia industria.
En cuanto a las materias primas se va a favorecer su importación para la industria nacional. Este proceso fue muy común en el s. XVII, cuando el desarrollo industrial había conocido un progreso considerable, fundamentalmente en la producción de aquellas mercancías destinadas a la exportación.
- Intervencionismo: es la intrusión por parte de un Estado en los asuntos internos de otro país, o también entrada de un tercero en una disputa entre otros dos países. En función a esta definición el Estado moderno ha actuado como un instrumento regulador del comercio exterior, a través de elementos como: otorgar monopolios, primas y privilegios a las compañías del comercio exterior; facultando a los comerciantes monopolistas a determinar el precio de los productos elaborados por la industria nativa con destino a la exportación; establecimiento a favor de las compañías, un rígido exclusivismo comercial con sus colonias. Así, el intervencionismo estatal propició la creación de monopolios comerciales, como por ejemplo: la Casa de Contratación de Sevilla, la Compañía de las Indias Orientales en Inglaterra, Compañía de las Indias Occidentales de Holanda…
2. La riqueza estática: idea consistente en que en el mundo solo existía una determinada cantidad de metales preciosos, por cuya razón un país sólo podía aumentar los suyos a costa de los demás
3. Poblacionismo: un país es más rico cuanta más población tiene. El mercantilismo concebía a la población como un factor productivo que contribuiría a la riqueza del país.
4. Bullonismo: convicción de que la riqueza de un país depende sobre todo de la acumulación de oro y plata. Para su obtención se fomentó el comercio, la industria y la agricultura. Y en este sentido el mercantilismo tiene una concepción dinámica, pues abre numerosas posibilidades para que la nación obtenga la mayor cantidad de riqueza posible. Por ello, aunque la riqueza de un país está en función de la mayor o menor cantidad de metales preciosos que posea, también la riqueza y poderío de un país está supeditado a que el dinero sea invertido en las actividades productivas de la nación y no se pierda en acciones estériles, improductivas.
5. Balanza comercial favorable: el poder de un país aumentará si se consigue que las exportaciones superen el valor de las importaciones. Esta balanza comercial favorable será el instrumento que se emplee para adquirir metales preciosos. Para ello se tratará de promover al máximo la protección del Estado en la expansión de las exportaciones, puesto que ello era el medio más eficaz de hacer afluir metales preciosos al país.
Sin embargo, la política mercantilista de la balanza comercial favorable no fue concebida sólo en el sentido primario de vender mucho y comprar poco, sino en la aplicación de un criterio económico que sacará provecho de los términos de intercambio, en una palabra: vender caro y comprar barato.
6. Colonialismo: el éxito del proteccionismo estatal dependió de que se aplicara a un sistema de comercio colonial, donde se podía influir políticamente para asegurar al país un monopolio con un gran beneficio. Y fue precisamente en la explotación de este sistema colonial dependiente donde las teorías mercantilistas de intercambio adquirieron toda su eficacia.
Estos planteamientos mercantilistas sobre política económica se irán desarrollando con las modernas naciones Estado y contando con el apoyo de las clases altas.
Respecto al sistema fiscal, desde el mercantilismo, se pretende una racionalización así como una redistribución más equitativa. Para ello se producirá una reforma en el sistema y un incremento de ingresos mediante la introducción de nuevos impuestos.
Por último, dentro de las características generales, habría que señalar que el mercantilismo se inspira claramente en los juegos de suma cero. Se dice que es un juego es de suma cero si el total de las ganancias al final de la partida es cero; es decir, si el total de las ganancias es igual al total de las pérdidas. En el campo de la economía, los juegos de suma cero se refieren a la no existencia de producción o destrucción de bienes durante el juego económico. En 1944 von Neumann y Oskar Morgenstern demostraron que un juego cualquiera con n jugadores y suma no cero se puede reducir a un juego con n + 1 jugadores y suma cero. Además, estos juegos con n + 1 jugadores se pueden generalizar a partir del caso particular de dos jugadores con suma cero. Por esta razón, estos últimos juegos son el principal objeto de estudio de la teoría matemática de los juegos. Uno de los más importantes teoremas en este campo establece que los diversos aspectos de la estrategia máximo-mínimo (estrategia que consiste en beneficiar más al jugador con más desventaja) se cumplen para todos los juegos de dos jugadores con suma cero. Conocido como el teorema minimax, fue demostrado por primera vez en 1928 por von Neumann; después se ha demostrado en términos generales utilizando diversos métodos.
Historiografía sobre el mercantilismo
El término mercantilismo fue acuñado por primera vez por los fisiócratas y luego fue perpetuado por Adam Smith en 1776. Fue acuñado en un concepto peyorativo, que identificaba a aquellos que se defendían como proteccionistas frente al liberalismo de Adam Smith.
A partir de 1870 se produjo una rehabilitación de este término, y concretamente Rocher y la Escuela Histórica Alemana van a considerar al mercantilismo como una escuela positiva, por lo que se produce un salto cualitativo por el propio nacionalismo de la Escuela Alemana, pues la política de Bismarck era muy proteccionista. Y será el momento en el que exista una necesidad de legitimación de cara a un nuevo estado cuando el mercantilismo pase a ser reconocido como un conjunto de ideas positivas. Este proceso de tradiciones mercantilistas llegarán al sueco Eli Filip Heckscher, quien produjo la definitiva identificación del mercantilismo como escuela. Por ello, desarrolló sus trabajos desde un punto de vista mercantilista y de corte proteccionista. A él y a Bertil Gottard Ohlin se debe el teorema de Heckscher-Ohlin. Éste realiza un análisis del comercio entre dos países con diferencias en la estructura de los factores, lo que lleva a cada uno a especializarse en la mercancía que producen mejor y a menor coste. También realizó muchos trabajos sobre historia económica y en particular sobre el periodo mercantilista, del que público un libro en 1931. De él se publicó en 1984 en castellano La época mercantilista: historia de la organización y las ideas económicas desde el final de la Edad Media hasta la sociedad liberal.
Viner será quien critique a Heckscher, reinterpretando la idea del mercantilismo sobre si era una escuela o no. Todo ello se llevará a su máxima expresión en 1969 por Coleman, al negar al mercantilismo como escuela y criticando dos puntos de la obra de Heckscher:
- Se inspira solo en el caso inglés y francés.
- Deja de lado la producción literaria holandesa, portuguesa y la procedente de Castilla.
En 1994, Magnusson, volverá a reivindicar el término mercantilismo, por lo que será aún un debate abierto.
Por todo lo dicho anteriormente, realmente la existencia del mercantilismo es puesta en duda. Esto nos deja ver el carácter del pensamiento económico del Antiguo Régimen, y el propio pensamiento de los siglos XVI y XVII en los que se niega el carácter mercantista.
Variantes internacionales
Características principales del pensamiento económico de los s. XVI y XVII en diferentes países:
Castilla
En esta zona el mercantilismo adoptó la forma del arbitrismo. El arbitrismo es la corriente de literatura, de contenido político y económico, propia de la España de los Austria, particularmente del siglo XVII, de fuerte crisis financiera y económica en general. La voz de la que parte ésta es la de arbitrista, término de época con claras connotaciones peyorativas o burlescas con el que se aludía a aquellos individuos que ofrecían fórmulas de todo punto inaplicables, y hasta claramente disparatadas, para resolver los principales problemas nacionales, uno de ellos el económico. La presencia literaria de la figura del arbitrista es un rasgo característico del Siglo de Oro español, y la obra de los grandes arbitristas castellanos son obras complejas.
La relación entre monarca y arbitrista se inspira en el deber de consejo que tenía todo súbdito hacia el rey, porque cualquier súbdito puede concertar un consejo o arbitrio con soberano. Y la persona que entrega un memorial o arbitrio y su propuesta gusta recibe una retribución. Por ello, esto reproduce los esquemas políticos de Castilla, donde cualquier persona puede llevar una serie de escritos a cambio de una merced. Se puede percibir que el arbitrismo es un cúmulo de estudios muy heterogéneos donde había escritos muy logrados y otros que no. Esto hizo que en los s. XVI y XVII la figura del arbitrista no estuviera muy valorada como ya se ha dicho anteriormente, aunque a partir de Campomanes se restaura la idea del arbitrista porque dentro del arbitrismo existen escritos muy logrados.
El arbitrio que da lugar al arbitrismo es el Memorial al Rey para que no salgan dineros de España de Luis Ortiz de 1559, en el que se denuncian diferentes males Intuyó el concepto de estructura económica en su profunda descripción de la España de su tiempo y, de forma consecuente, propuso un amplio abanico de iniciativas, casi un plan de desarrollo. Entre otras, indicó la necesidad de aumentar la productividad, fomentar el crecimiento demográfico, extender los regadíos y repoblar forestalmente el reino. Por otra parte, fue consciente del problema derivado de las remesas de oro y plata que llegaban de América, y propuso restringir la expansión monetaria y desincentivar el consumo.
Otros precursores destacados de la corriente arbitrista en España fueron:
-Sancho de Moncada: economista y pensador español. Prácticamente no se conoce ningún dato acerca de su biografía, ni siquiera sus años de nacimiento y muerte. Por el tono de sus ideas y la fecha de la primera edición de su obra, se supone que debió estudiar en la Universidad de Salamanca, donde pudo establecer relación con la escuela de pensamiento económico ligada a este centro. Pasó a la historia por su tratado Discursos (1619), más conocido por el título de Restauración política de España bajo el cual fue reeditado en 1746. Sus tesis, que enlazan con las de la Escuela de Salamanca y los conceptos de la teoría cuantitativa del dinero, representan probablemente el más completo modelo español de mercantilismo. Moncada detectó la debilidad económica y política de España y señaló la precaria situación hacendística y la invasión de los productos extranjeros, por lo que denunció que el reino se había convertido en una colonia de potencias enemigas. Proponía un proteccionismo severo, en la más estricta disciplina mercantilista, pero supervisado por la Inquisición. Además, consideraba imprescindible promocionar la industria, política que en Francia propondría Jean-Baptiste Colbert y que alcanzaría gran difusión a finales del siglo XVII. Su obra gozó de un gran predicamento en su época y vivió un segundo momento de gloria en el siglo XVIII, lo que explica su reedición.
-Luis Ortiz: pensador español. No se conocen casi datos acerca de su biografía (ni siquiera los años en que nació y falleció). Sólo que fue contador (funcionario de la Hacienda) de Castilla durante el reinado de Felipe II. Debió ser un hombre instruido, que tal vez cursara estudios superiores en alguna universidad. Lo cierto es que investigó las actividades económicas que se desarrollaban en España, así como sus interrelaciones, y escribió una obra que muestra una gran erudición y agudas reflexiones: Memorial al Rey para que no salgan dineros de España. Fue publicada en 1558 y no tuvo demasiado eco, ni en el momento de su aparición ni con posterioridad, pese a lo esclarecedor del diagnóstico realizado sobre los males del reino. Intuyó el concepto de estructura económica en su profunda descripción de la España de su tiempo y, de forma consecuente, propuso un amplio abanico de iniciativas, casi un plan de desarrollo. Entre otras, indicó la necesidad de aumentar la productividad, fomentar el crecimiento demográfico, extender los regadíos y repoblar forestalmente el reino. Por otra parte, fue consciente del problema derivado de las remesas de oro y plata que llegaban de América, y propuso restringir la expansión monetaria y desincentivar el consumo.
- Tomás de Mercado: religioso, teólogo y moralista español, continuador de la corriente económica de la Escuela de Salamanca. Nacido en Sevilla, se trasladó cuando era joven al Virreinato de Nueva España, donde profesó en la Orden de Predicadores en 1553, se doctoró en Teología y destacó pronto como gran moralista. Agudo observador de su entorno, la necesidad de dar una respuesta moral a las demandas de los comerciantes le forzó a reflexionar sobre los problemas del comercio. Tras regresar a España, impartió clases en las universidades de Sevilla y Salamanca. En este último centro se relacionó con maestros como Martín de Azpilcueta y en 1569 publicó la obra por la que adquirió renombre: Tratos y contratos de mercaderes y tratantes (también conocida por el título de Suma de tratos y contratos con que fue reeditada dos años más tarde). En este tratado, Mercado describía con una clara intención moral los usos mercantiles y la vida comercial de la época en Sevilla y Medina del Campo; asimismo, reflexionaba sobre el fundamento del interés en un entorno económico, abriendo la puerta a los usos morales del mismo (en conflicto con la estricta concepción de la usura establecida por la Iglesia católica). Por otra parte, planteaba con mayor refinamiento la teoría cuantitativa del dinero a partir de la tradición de la Escuela de Salamanca, prestando especial atención a la circulación internacional de divisas. Volvió a viajar a América, pero enfermó durante el viaje y falleció, en 1575, en Veracruz.
-Juan de Marina: escritor, sabio biblista e historiador español. Nació en Talavera de la Reina e ingresó muy joven en la Compañía de Jesús. Estudió teología y arte en la Universidad de Alcalá de Henares y después concluyó su formación religiosa en Simancas, bajo la dirección de san Francisco de Borja. Dado su alto nivel intelectual, la Compañía lo envió a Italia como profesor a sus mejores centros. Enfermo, en 1574 regresó a Toledo, donde siguió con su magisterio, estudiando al mismo tiempo lenguas orientales; en esta ciudad escribió la mayoría de sus obras, algunas de cuales le acarrearon problemas con la Inquisición.
Sus principales obras son las conocidas como Historia y De rege. Historia de rebus Hispaniae XXV libri (1592), que fue publicada en 1605 en Maguncia; con 30 libros en castellano —traducida por el mismo Mariana en 1601— y el título de Historia general de España. Abarca la historia de España y Portugal desde los tiempos remotos hasta los Reyes Católicos; su concepción consistía en que Castilla era, y debía seguir siéndolo, la cabeza del súper-Estado. En De rege et de regis institutione (Del rey y de las instituciones reales, 1599), exponía su teoría sobre la monarquía y los deberes del príncipe, que debe someterse como cualquier otro ciudadano a las leyes morales y del Estado, y además justificaba el tiranicidio. Ambas obras tuvieron una influencia importante en la época y despertaron no pocas polémicas. Su latín es intachable y sigue el estilo de Tito Livio, Tácito y Tucídides.
Otras obras interesantes suyas son Tractatus septen (Colonia, 1609) sobre cuestiones de la vida social y económica, y Discurso de los grandes defectos que hay en la forma de gobierno de los jesuitas (1609).
El tema principal que preocupaba a los arbitristas no es otro que el de la decadencia de Castilla para lo que analizaron diferentes aspectos como por ejemplo el sistema productivo o la forma en la que se puede mejorar la agricultura.
Pero a pesar de todo lo aportado por los arbitristas, Heckscher considera a este mercantilismo como menos evolucionado. Para él el mercantilismo tendría dos fases:
- Menos evolucionado: los casos castellano y portugués.
- Más evolucionado: el caso francés e inglés, los cuales son posteriores.
A partir del s. XVIII en España se dará el proyectismo. Hay autores que consideraran el proyectismo como algo diferente al arbitrismo, mientras que otros concebirán que los proyectistas son una continuación de los arbitristas, pues el objetivo de ambos es sacar los problemas e intentar solucionarlos. También en el s. XVIII tendremos escritos de carácter económico que responderán a ese deseo. Aunque es necesario señalar que los proyectistas al igual que los arbitristas eran poblacionistas, y ambas propondrán mejoras para algunos fundamentos sociales del Antiguo Régimen.
Entre los proyectistas destacaron:
-Bernardo Ward: economista irlandés del s. XVIII que en 1750 recibió de Fernando VI el encargo de recorrer diferentes comarcas de Europa para examinar el estado del comercio. A su vuelta a España fue nombrado presidente del Tribunal de comercio y director de las casas de la moneda, y la fábrica de cristales de San Ildefonso. También fue Bernardo el que ideo el sistema de carreteras radiales, que se pondrá en práctica con Carlos III (Despotismo Ilustrado), así como un sistema de gobierno en América para solucionar los problemas que él detectaba.
- Jovellanos: literario, juriconsulto, poeta, economista, anticuario, magistrado y hombre político español, el cual perteneció al grupo de los dirigentes ilustrados y participó de manera asidua en la tertulia que el intendente Olavide organizaba en su residencia del alcázar, donde Jovellanos tuvo la oportunidad de aquilatar su ideario ilustrado y de cultivar su afición a las letras, redactando numerosos informes fiscales. Fue nombrado Alcalde de Casa y Corte, y el 20 de octubre de 1778 tomó posesión de su nuevo cargo en Madrid. En seguida comenzó a ser un personaje conocido en la corte en su doble faceta de magistrado y de hombre de letras, debido tanto a sus propios méritos, como a la protección de Campomanes. Ese mismo año ingresó en la Sociedad Económica Matritense, en la que colaboró activamente; en 1779 en la Academia de la Historia; en 1780 en la Academia de San Fernando como miembro de honor, y en la Sociedad Económica de Asturias como individuo honorario; en 1781 en la Academia Española y en 1782 en la de Cánones como honorario. Desarrolló una febril actividad durante estos años, formando parte de sociedades diversas, presidiendo reuniones, pronunciando discursos y elogios, elaborando informes y recibiendo, en general, todo tipo de encargos. Defendió numerosas causas ante el ministro Floridablanca, especialmente las relacionadas con su patria asturiana. Se manifestó siempre como un magistrado íntegro y de gran firmeza en la defensa de los principios del derecho. Jovellanos se fue convirtiendo poco a poco en uno de los personajes más destacados de la política ilustrada.

Inglaterra
El mercantilismo inglés se va a caracterizar por ser un pensamiento económico muy heterogéneo, en el que existieron al menos cuatro temas importantes:
1. Doctrina de balanza comercial favorable: cuando se exporta más de lo que se importa,
se retenía metal precioso en el interior de las fronteras de un Estado, lo cual permitía su fortalecimiento tanto económico como político. Los autores que defienden estas teorías son:
-Thomas Mun: economista británico al frente de la Compañía de las Indias Orientales. Hijo de un comerciante, Mun aprendió rápidamente el oficio paterno y adquirió fama en Londres por su habilidad en el negocio. En 1615 pasó a formar parte de la Compañía de las Indias Orientales, que más tarde dirigiría; y en 1621 publicó A discourse of trade from England unto the Est-Indies, a propósito de la acusación (por parte de algunos mercantilistas) en torno a la exportación de lingotes de oro, que se permitía realizar a la Compañía de las Indias Orientales para financiar sus operaciones. Thomas Mun argumentó que la operación era beneficiosa para la balanza comercial de Inglaterra, ya que el valor de los metales preciosos obtenidos por las reexportación de las mercancías orientales, superaba el valor del oro exportado.
En un segundo libro (publicado tras su muerte), England´s Treasure by Foreign Trade, el autor continuaba con sus argumentaciones mercantilistas para afirmar que sólo una balanza de comercio anual superavitaria proporcionaba riqueza para el país. Esta tesis, defendía una visión global del comercio de la nación, frente a las teorías de otros autores que mantenían la necesidad de que todas la operaciones fueran beneficiosas.
- Gerrard Malynes: Comerciante, y fecundo escritor inglés en materias económicas (conocido en los años 1586-1641). Era hijo de un comerciante de Amberes, tratante en lanas, pero de joven pasó a Londres donde fue miembro de la Mercers Company y contrastador de monedas. Luchó denodadamente y con escaso éxito contra los especuladores, abogando por el restablecimiento de las regulaciones del comercio internacional. En 1601 publicó un libro, A treatise of the Canker al England's Commonwealth, en el que se lamenta que los cambios hayan pasado a ser "negocios" en lugar de permutaciones de monedas de acuerdo a su finura metálica, y sostiene que los arbitrajes, cambio sicco, y las letras de financiación, cambio lictitio, se han transformado en maquinaciones de usureros confabulados contra la libra esterlina. En 1622 sostuvo una polémica pública con Edward Misselden, quien sostenía que la emigración de la moneda era el resultado de la balanza desfavorable de comercio, replicándole que "las mercancías y la moneda son pasivas y lo único activo es el intercambio", el cual debía estar reglamentado y monopolizado para ordenamiento del comercio y recobramiento del caudal monetario. Durante esa controversia publicó su Maintenance of Free Trade According to the Three Essential Parts of Trattique (1622) , The Center of the Circle of Commerce (1623), y Consuetudo vez lex mercatoria (1622), donde se contiene todo el sistema de sus ideas económicas y sus aplicaciones prácticas. Su libro Saint George lor England, Allegorically Described (1601) es de factura medieval, a pesar de que en él sostiene la legitimidad del interés del dinero y refuta la tesis de Culpepper en favor de la limitación de las tasas de interés. En su England's Views in the Unmasking al Two paradoxes (1603), parafraseando la refutación de Bodin a Malestroit, acusa a aquel de haber perdido de vista el punto esencial: la variedad de los incrementos de precios en los distintos países resultante de las actividades ilícitas de los especuladores. De todas maneras, sus entusiasmos dineristas no lograron convencer a sus contemporáneos, abocados a la libertad de comercio, de que era necesario restablecer el monopolio real para encerrarse en el clásico par pro pari sistema de intercambio. Tampoco consiguió mayor éxito en sus campañas a favor de los necesitados ni en su advocación de los Montes de Piedad, lo cual hizo exclamar a Thomas Mun: "En vano luchó Gerard de Malynes a través de tantos años y de tanta letra impresa".
- Edward Misselden: Uno de los primeros tratadistas de asuntos económicos, afecto a las ideas y prácticas mercantilistas predominantes en su época (Conocido entre 1608 y 1654). Trabajó con otros fabricantes de artículos de lana en contra del monopolio llamado de los Merchant Adventurers, pero el resultado fue una fuerte depresión industrial y comercial que hizo impopular al movimiento. Es uno de los mejores tratadistas de su tiempo, siendo sus obras más importantes Free Trade or, the Meanes to Make Trade Flourish (1622) y The Circle of Commerce (1623).
2. La doctrina de balanza comercial en términos de estímulo de la renta y empleo: algunos autores como Misselden y Mun defendían que había que exportar más que importar, mientras que otros como Josiah Child y John Cary defendían que la exportación sería un medio para obtener más empleo en el país, porque de algún modo si se exporta se crea trabajo y riqueza.
Esta idea se vio favorecida gracias al economista irlandés Richard Cantillon, y concretamente a su obra Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general, publicado de forma póstuma, en 1755, en Londres. En 1880 el economista británico William Stanley Jevons popularizó esta obra, a la que calificó como “cuna de la economía política” por su sistemático análisis de casi todo el campo de acción de la economía.
La primera parte del libro define la riqueza basándose en la tierra y el trabajo. Afirmaba que el tiempo y la dificultad de aprender un tipo de trabajo, el riesgo que supone llevarlo a cabo, y la capacidad y responsabilidad que se requieren por parte del trabajador deben ser factores que se tengan en cuenta en el pago de los salarios. Se trata del germen de la teoría salarial de Adam Smith. Cantillon también definió el paso del valor real (dependiente de los costes de producción) al valor de mercado (que a su vez depende de la oferta y de la demanda). Según su teoría, el dinero (en papel o moneda) no refleja el verdadero valor de la riqueza de una nación, en tanto que la tierra es la verdadera fuente de aquella. Esta doctrina fue reconocida por François Quesnay.
En opinión de Cantillon, la tierra genera tres tipos de beneficios: el salario del agricultor, los márgenes del comerciante y la renta del propietario. Para él, las empresas no agrícolas no proporcionaban este tercer tipo de beneficio. En su obra, Cantillon analiza también temas como el trueque, los precios de mercado, la circulación de moneda, el crédito, los intereses y sus causas, las subidas y bajadas de los tipos de interés, el comercio exterior y la banca. Sus ideas se anticiparon a las teorías de Thomas Robert Malthus sobre la población. Escribió que “cuando los hombres tienen ilimitados medios de subsistencia se multiplican como ratones en un granero; y proporcionalmente los ingleses en las colonias son tres veces más numerosos que en la metrópoli, porque tienen tierra que cultivar”. Fue el primero en utilizar el concepto de valor intrínseco o real (que actualmente se denomina valor normal) y demostró su relación directa con el valor del mercado. Sus estudios sobre estos y otros temas, como el efecto de un incremento de la cantidad de moneda en circulación sobre el nivel general de los precios, le sitúan por delante de su tiempo.
3. Tipo de interés: se tratará de que el precio del dinero descienda, aunque para ello pondrán mecanismos no demasiado sofisticados, pues según Childe y Locke en el s. XVII en la década de los 60 existía un gran pesimismo por diversas causas (peste, enfrentamiento con Holanda…), pensando que si se ponía más dinero en circulación descendería el tipo de interés aumentando, sin embargo, la inflación.
4. Afán de cuantificación de algunos autores: especialmente el economista y estadístico inglés William Petty . Se le considera el más destacado tratadista sobre impuestos antes de la aparición de Adam Smith. Su obra más importante, y notable en la época en que fue escrita, es A Treatise of Taxes and Contribution (Londres, 1662). A su libro The Political History of lreland (1691) le añadió un estudio titulado Verbum sapienti, en el que trata de demostrar cómo puede computarse la riqueza nacional de un país. En su Quantulum cunque (Londres, 1695), se ocupa de los problemas monetarios y condena las restricciones impuestas a la exportación de metales preciosos, alegando también que las limitaciones en las tasas de interés son entretenimientos triviales. Hizo un estudio comparativo de la posición económica de los países conocidos en su Political Arithmetick (1690), trabajo muy apreciable teniendo en cuenta las dificultades de información en el siglo XVII.

Francia
El mercantilismo francés se va a caracterizar por el fomento de las manufacturas, por el deseo de atraer oro y plata (debido a la carencia de minas de estos dos metales) y por intentar ser autosuficientes en sectores como la agricultura.
El principal representante del mercantilismo francés será Jean-Baptiste Colbert, uno de los principales colaboradores de Luis XIV, al que sirvió durante más de dos décadas como ministro de finanzas, marina, obras públicas y comercio y secretario de la Casa del Rey. La política económica desarrollada por Colbert desarrolló un paple esencial en el fortalecimiento administrativo de la monarquía fancesa y en la consolidación de la monarquía gala sobre Europa.
Su primer objetivo fue el saneamiento de la Hacienda regia, dirigida por el poderoso. Colbert ambicionaba su cargo y no escatimó medios para conseguirlo. La tarea de sanear las finanzas de la monarquía no era fácil. El restablecimiento del equilibrio presupuestario requería una amplia reforma del sistema financiero. En primer lugar, Colbert ordenó la creación de tribunales especiales, encargados de investigar las finanzas de los banqueros y arrendadores de impuestos, que habían obtenido enormes beneficios gracias a sus tratos con la Corona. Obligó a muchos de ellos a devolver parte de sus ganancias, renegoció los enormes intereses acumulados por la deuda pública e intentó reducir ésta mediante la derogación de parte de los bonos del Estado o de su retribución sin intereses.
La revisión de la deuda fue acompañada de la reforma del sistema tributario, heredero de la Edad Media y lastrado por la corrupción y la inoperancia de sus métodos administrativos. Aunque no introdujo variaciones importantes en el sistema impositivo, Colbert realizó una completa reorganización de la administración fiscal, estableciendo nuevos mecanismos de control de los oficiales y normas rigurosas en la contabilidad. Se hicieron obligatorios los extractos de cuentas para controlar mensualmente los ingresos y gastos y se elaboraron presupuestos anuales. El objetivo de estas medidas era establecer un control riguroso sobre los funcionarios públicos y mantener al monarca siempre al corriente del estado de sus recursos financieros.
Colbert intentó aumentar los ingresos fiscales de la monarquía. Para lograr este objetivo sin incrementar de forma significativa los impuestos -y especialmente el más importante, la talla (taille)-, Colbert decretó una revisión sistemática de las numerosísimas exenciones que beneficiaban a la nobleza y el clero. Se crearon comisiones para examinar los privilegios fiscales de los excusados y determinar la legitimidad de los títulos nobiliarios, a fin de acabar con el fraude de las falsas hidalguías. Paralelamente, Colbert trató de hacer menos onerosa la talla para las clases productoras mediante una distribución más justas del impuesto en razón del patrimonio. Sin embargo, estas medidas chocaron con la extrema fragmentación local y provincial del sistema fiscal francés. Colbert sólo logró imponer una cierta homogeneidad fiscal en las regiones centrales del país, más próximas al poder monárquico. Sus esfuerzos obtuvieron mejores resultados en lo tocante al establecimiento de métodos eficaces de control y gestión de los impuestos. Creó protocolos detallados para la administración de las oficinas fiscales y mecanismos de supervisión sobre los funcionarios locales, eliminando en buena medida la antigua corrupción, lo que se tradujo en un aumento considerable de los ingresos ordinarios de la Hacienda regia.
La política económica de Colbert, que pronto se conocería como colbertismo o industrialismo, se basaba en un fuerte proteccionismo de la producción nacional, dirigido a castigar las importaciones y favorecer el desarrollo del comercio interior y de las exportaciones. En 1664 ordenó una primera revisión de los aranceles aduaneros, que sería completada en 1667. Los países afectados por estas medidas respondieron, a su vez, con la imposición de restricciones a la importación de productos franceses. Esta guerra de las tarifas culminó con el estallido del conflicto bélico franco-holandés de 1672-1678.
A través de estas medidas, Colbert consiguió doblar los ingresos del Estado en el plazo de una década, equilibrando el presupuesto de la monarquía. Pero el estallido de la guerra con Holanda y la política de prestigio de El Rey Sol, deshicieron en parte la labor del ministro.
La reforma del comercio y las manufacturas
Como ministro de obras y manufacturas, Colbert realizó un gran esfuerzo por desarrollar la industria y el comercio franceses. Según su doctrina económica, el fortalecimiento de la supremacía francesa requería el incremento de la presencia de Francia en los mercados internacionales. Para lograr este objetivo puso en marcha un programa de desarrollo naval, que entrañaba un desafío directo a la principal potencia marítima y comercial de la época, Holanda, con la que Francia inició una peligrosa competencia internacional. Como ministro de Marina, promovió la construcción de una gran flota, tanto militar como mercantil, que terminara con el monopolio efectivo que los barcos holandeses tenían sobre el transporte de las mercancías francesas. Concedió privilegios para la creación de astilleros, impuso medidas que castigaban la utilización de navíos extranjeros y otras que premiaban la de barcos de construcción nacional, al tiempo que negociaba la obtención de monopolios comerciales en el extranjero. Para competir con ingleses y holandeses en el comercio internacional, fundó una serie de compañías mercantiles con capital estatal: la Compañía Francesa de las Indias Orientales y la de las Indias Occidentales (1644), la Compañía del Norte (1669), orientada hacia los mercados bálticos, y la Compañía de Levante (1670) para el comercio con el Mediterráneo oriental.
Pero su proyecto no se limitaba a la adopción de una política comercial agresiva, sino que incluía un programa de reformas destinadas a mejorar la calidad de la producción manufacturera y a desarrollar el mercado interior. A fin de incrementar la calidad de los productos, estableció una completa reglamentación de fabricación y severas multas para los contraventores; concedió privilegios a manufacturas privadas -llamadas Manufactures Royales- para fomentar la exportación de determinados productos o para sustituir a las importaciones extranjeras; auspició el establecimiento en Francia de artesanos y obreros especializados de otras regiones de Europa y fundó talleres estatales con amplias subvenciones y un estricto control sobre su funcionamiento. Para velar por el cumplimiento de la reglamentación comercial creó un nuevo cuerpo de inspectores de manufacturas y, desde 1673, trató de generalizar las juntas de control corporativas para vigilar la calidad de la producción dentro de los distintos gremios.
Esta política de fiscalización estatal suscitó la oposición de comerciantes y contratistas, quienes desconfiaban del control de la monarquía y preferían mantener su libertad de acción frente a los poderes públicos. No obstante, el pueblo francés apoyó, en general, las medidas de protección, que revertían en un mayor control de los precios. Pero Colbert no consiguió variar las costumbres tradicionales de inversión del capital. En una época de escasez de numerario, la gente no deseaba arriesgar su capital invirtiéndolo en la industria o el comercio, por lo que las empresas lanzadas por Colbert arrastraron una perpetua carencia de capital privado y, como en el caso de las Compañías comerciales, dependieron en gran medida de las subvenciones reales.
Mercantilismo y colbertismo
La práctica económica de Colbert hundía sus raíces en el pensamiento de B. de Laffemas, A. de Montchrétien o el mismo cardenal Richelieu. Colbert no fue, pues, el padre del mercantilismo, aunque sus esfuerzos por llevar a la práctica los principios de esa doctrina económica y la amplitud y el rigor de su política pueden considerarse ejemplos paradigmáticos de la práctica mercantilista europea del siglo XVII.
El objetivo de esta política era el enriquecimiento de Francia. Según Colbert, sólo sobre esta base podría construirse un sistema fiscal eficaz que remediara el perpetuo déficit de la monarquía. De esta forma, la riqueza del reino sustentaría la del Estado y redundaría, por tanto, en el poderío del monarca. Al igual que la mayoría de los teóricos de su tiempo, Colbert consideraba que la riqueza de un Estado radicaba en la cantidad de numerario que controlara. En una época de general escasez monetaria, Colbert creía que la única forma de retener el dinero en Francia era conseguir una balanza comercial favorable, reduciendo hasta el mínimo las importaciones y fomentando las exportaciones. Sobre esta cuestión escribió:"Es fácil ponerse de acuerdo en que la abundancia de dinero de un Estado es causa de su grandeza y poderío (...) Hay una única cantidad de dinero que circula por toda Europa y que, de cuando en cuando, se incrementa con lo que viene de las Indias occidentales (...) No se puede aumentar el dinero en el reino sin arrebatar, al mismo tiempo, la misma cantidad a los estados vecinos (...) Es necesario aumentar el dinero en el comercio público, obteniéndolo de los países de donde proviene, conservándolo en el interior del reino, impidiendo que salga y ofreciendo medios a los hombres para que saquen de él un provecho." De acuerdo con este pensamiento, la prosperidad de un Estado sólo podría lograrse a expensas de sus vecinos y competidores. Este pesimismo económico, que fue uno de los rasgos más característicos del mercantilismo, rechazaba la idea de un crecimiento conjunto e invitaba a desarrollar una guerra económica sin cuartel.
A su muerte, su primogénito, Jean-Baptiste, marqués de Seignelay, le sucedió al frente del ministerio de finanzas; su segundo hijo, Jacques Nicolas, fue arzobispo de Rouen y, el cuarto, Jules Armand, ministro de obras públicas, mientras que sus tres hijas casaron con duques. Dejó una serie de interesantes escritos, entre los que destacan su Memoria sobre los asuntos financieros de Francia (1663) y el texto privado Particularidades secretas de la vida del rey.

Holanda
En este país las ideas mercantilistas tienden a la protección. En esta escuela destacarán:
- Joseph de la Vega: economista y escritor judaizante español del Siglo de Oro
en castellano y hebreo. Fue un excelente conocedor de los autores españoles e italianos de su tiempo y se dedicó al comercio y a las finanzas, principalmente en Ámsterdam con su padre Isaac, por lo cual escribió el primer Tratado mundial sobre la Bolsa, que en realidad es una sátira: Confusión de confusiones: diálogos curiosos entre un philosopho agudo, un mercader discreto, y un accionista erudito, descriviendo el negocio de las acciones, su origen, su ethimologia, su realidad, su juego, y su enredo (Ámsterdam, 1688; hay ediciones modernas: Madrid, Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1958; Valencia: Saetabis, 1977), compuesto por una serie de diálogos que, como en su prólogo expone, compuso, fuera de por mero placer, también para describir las operaciones más corrientes que se acostumbraban a hacer en los negocios, bolsa y banca; todavía es en nuestros días la mejor descripción en forma y en contenido de los tratos con valores y acciones. Pensó y escribió también diversos discursos para las academias en que participó, novela cortesana, que contiene tres narraciones de este género: Fineza de la amistad y triunfo de la inocencia; Retratos de la confusión y confusión de los retratos y Luchas de ingenio y desafíos de amor, así como bastantes discursos. Como escritor, tuvo la afición barroca al conceptismo, las comparaciones raras, los períodos complicados y los juegos de palabras.
Participó en varias academias literarias de judaizantes, como la Academia de Sitibundos
y su sucesora Academia de los Floridos que los judaizantes fundaron a imitación de las madrileñas, imitación a su vez de las italianas. El año mismo en que se inauguró la Academia de los Floridos recogió doce discursos que allí había pronunciado y los publicó en Amberes en 1685 con el título de Discursos Academicos, Morales, Rethoricos y Sagrados, que recitó en la florida Academia de los floridos Don Josseph de la Vega. Y con obsequioso rendimiento dedica, offrece, y consagra la mérito, agrado y curiosidad del muy Ilustre Señor Ioseph Nuñez Marchena (Amberes, 1585).
-Hugo Grocio o Grotius: Jurista, teólogo e historiador holandés.Doctor en leyes a los 15 años, profesó la abogacía pero sin dejar nunca los estudios humanistas, ni los teológicos, a los que se dedicó desde muy joven. Fue historiador de los Estados Generales, y abogado fiscal en la corte de Holanda. En 1615 fue enviado a Londres para solucionar pacíficamente las diferencias entre Inglaterra y Holanda a propósito del comercio con las Indias. Se vio envuelto en la controversia teológica entre arminianos y gomoristas. Viendo en la tesis de los gomaristas (que defendían la idea calvinista de la justificación por la sola fe) un desconocimiento de los valores humanos, defendió a los arminianos, y, aunque propugnó la conciliación y la tolerancia, fue condenado a prisión perpetua a raíz del sínodo de Dordrecht, que anatematizó en 1619 a los arminianos. Valiéndose de una estratagema novelesca montada por su mujer, se evadió de la cárcel y se refugió en Francia, donde fue bien visto por el rey Luis XIII. Luego pasó a Hamburgo y más tarde a Suecia llamado por Gustavo Adolfo que lo quería como embajador en París. Finalmente murió cuando se disponía a regresar a Holanda.
Escritor fecundísimo y precocísimo, fue autor de numerosas obras literarias, filológicas, históricas, políticas, jurídicas y teológicas. Entre las jurídicas destacan: De iure belli ac pacis (1625), De iure praedae (inédita hasta 1868). Entre las teológicas: De veritate religionis christianae (1627), Via ad pacem ecclesiasticam (1642). De las histórico-políticas recordamos: De antiquitate reiplublicae Batavae (1610, sobre la rebelión holandesa contra España).
El nombre de Groot está unido principalmente a la historia de la filosofía del derecho propiamente dicha, en la que ocupa un puesto de primerísimo orden entre los fundadores del derecho internacional. Su obra más importante De iure belli ac pacis, constituye el primer tratado sistemático y completo de Derecho Internacional Público, si bien en esta obra se sirvió de las geniales anticipaciones del español Francisco de Vitoria. Es autor también de Mare liberum, publicado anónimo en 1609, donde, frente al inglés Selden y recogiendo argumentos del español Vázquez de Menchaca, defiende la libertad de navegación. Renovó la antigua noción de Derecho Natural dándole un carácter autónomo respecto a la teología. Guiado por su conciencia humanista y cristiana, urgía la institución y aceptación por todos de una base común de entendimiento, válida por encima de las divergencias políticas y religiosas y capaz de garantizar un mínimo de respeto a la persona humana, incluso en tiempos de guerra. Si bien algunos tienden a negarle verdadero talento especulativo, todos reconocen el impulso fuerte que imprimió al movimiento de la filosofía moderna del derecho. También hay que reconocerle su gran influjo en la ética de los siglos XVII y XVIII, pues en él encuentra sus premisas el iusnaturalismo moderno.








Thursday, November 02, 2006

LA HERENCIA MEDIEVAL
Las teorías económicas desarrolladas durante los siglos XVI y XVII estuvieron condicionadas por el cristianismo, el cual había partido de incorporar dos fuentes fundamentales:
1. El Derecho romano: Justiniano I nombró a un comité de diez juristas para hacer una compilación de las leyes imperiales romanas. Los libros de leyes publicados por Justiniano eran conocidos como el Corpus Iuris Civilis y comprendían los siguientes: Institutiones (533), Digesta o Pandecta (533), Codex Constitutionum (528-529 y revisado en el 534) y Novellae (534-565).
Los libros de leyes de Justiniano estuvieron en vigor en el Imperio bizantino hasta el final del siglo IX, momento en el que fueron condensados en un solo libro, escrito en griego, y conocido como Basilica. Este código continuó en vigor, al menos en teoría, hasta la conquista de Constantinopla por el Imperio otomano en 1453. En la Europa occidental, la principal fuente del Derecho romano entre los siglos VI y XI fue el Breviario de Alarico, realizado por el rey visigodo Alarico II en el 506 d.C. En el siglo XI los libros de Justiniano eran estudiados y utilizados en Lombardía (sur de Francia y norte de Italia) y en Cataluña (España). En Italia, las leyes de Justiniano se divulgaban en la Escuela de Derecho de Pavía. A principios del siglo XII se emprendió un estudio más minucioso de estos textos en Bolonia. La difusión sistemática del Derecho romano se propagó desde Italia al resto de Europa a partir del siglo XII. Con el renacimiento del comercio en Europa y debido a la imposibilidad del Derecho medieval de satisfacer las necesidades de los cambios de las condiciones económicas y sociales, el Derecho romano se incorporó a los sistemas legales de muchos países de la Europa continental.
En la Baja Edad Media este Derecho romano está relacionado con la constitución de monarquías autoritarias. Por ello, este Derecho romano se encuentra en la base del corpus teórico que guía las monarquías autoritarias. En la Europa Moderna el derecho a la propiedad privada, tanto rural como urbana, está reconocido, articulándose en torno a la figura del Pater Familias, cuyo origen se remontaba al Mundo Clásico. Las numerosas teorías sobre la monarquía en el Antiguo Régimen transportarán la autoridad del Pater Familias al rey, por lo que el rey actuará como tal con sus vasallos.

2. La tradición judía: El cristianismo también está influido por el judaísmo naciendo un marco judeocristiano. Pero la tradición judía fue desplazada por el cristianismo en función de la economía y sociedad.

A finales del siglo XV y principios del XVI hubo unas transformaciones económicas que hicieron que se acentuaran las diferencias entre pobres y ricos, momento en el que surgirán los problemas ético-morales que generaba la riqueza. Además desde un punto de vista moral, el pobre era superior porque el cristianismo predica la pobreza y la miseria.
Además, Jesús era el Mesías de los pobres, y fue enviado a anunciarles la buena noticia: "EI Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor" (Is 61, 1-2; Lc 4, 18-19).
Por ello durante la Baja Edad Media se intenta imitar el ejemplo de Cristo y así se van a ir creando las órdenes mendicantes como los Franciscanos.
Dentro del cristianismo el pobre al ser éticamente superior tendría que ser mantenido por la sociedad, lo que ayudaría a la salvación colectiva, aunque llevará a la existencia de pobres fingidos. Pero desde comienzos del s. XVI debido a la existencia de un gran número de pobres, se abrirá un debate. Giginta, Vives y Pérez de Herrera defienden la idea de que solamente aquellos auténticos pobres, como por ejemplo viudas, huérfanos y tullidos, pueden ser mantenidos. En contra de esta idea estaría el dominico fray Domingo de Soto, quien defiende el mantenimiento de todos los pobres.
Como consecuencia de esta situación se van a crear las workhouse o casas de trabajo (asilo para pobres) para aquellas personas pobres, en donde tendrán que realizar un trabajo a cambio de una manutención.
En lo referente al trabajo, la religión cristiana lo veía como algo positivo, llegando incluso a decir la Escuela Escolástica que todo trabajo tenía que tener una remuneración siempre que no supusiese un enriquecimiento, y en ningún caso se podía llegar a la usura. Esta concepción se podrá percibir en la Escuela de Salamanca, la cual llegará a defender los préstamos siempre que éstos no fueran usuarios, sino lícitos.
En los años 60 y 70 se produjo en USA el llamado giro lingüístico (lingüistic turn), el cual formará parte de la filosofía postmodernista, y que defenderá que hay una parte de la sociedad que solamente se puede entender a partir de la codificación que el leguaje hace de la realidad.

Dentro del pensamiento teológico, dos autores medievales muy influyentes son:
1. Santo Tomás de Aquino: (1225-1274), filósofo y teólogo italiano, perteneciente a los Escolásticos, cuyas obras le han convertido en la figura más importante de la filosofía escolástica y en uno de los teólogos más importantes, pues su pensamiento teológico va a ser uno de los más influyentes en la economía, llegando incluso su influencia hasta el s. XVIII.
Antes de entrar en detalle sobre su pensamiento teológico es importante señalar que Santo Tomás, como los demás filósofos medievales, parte de los presupuestos recibidos del cristianismo:
- Dios creo de la nada al hombre y a la naturaleza.
- El fin del hombre es la posesión de Dios.
- La Teología es la ciencia por excelencia.
- La Filosofía debe contribuir a esclarecer las verdades de la Fe.
- La Revelación (Biblia) y la Tradición cristiana enseñan al hombre verdades más importantes que las que éste puede alcanzar por su razón.
Y sus ideas principales son:
a) El hombre es libre
b) los actos humanos son aquellos que se realizan conscientemente.
c) El fin último del hombre es la posesión de Dios, soberano bien.
d) Para lograr este objetivo el hombre debe cumplir lo que impone la ley natural, que es la presencia en la naturaleza humana sobre la ley eterna, que es el designio de Dios sobre los designios naturales.
e) La ley natural impone «hacer el bien y evitar el mal».
f) La ley positiva, es el mandato razonable promulgado por la autoridad competente en orden al bien común de una comunidad o sociedad. El hombre está obligado a cumplir las leyes positivas justas. Y son justas todas aquellas leyes que no contradigan la «ley natural».
g) la Ley positiva es el medio para que el Estado procure el Bien común, que es su objetivo.
h) Para lograr el bien común debe buscarse la paz, el buen obrar de acuerdo con la ley natural (moralidad) y los medios necesarios para vivir.
Santo Tomás comenzó a reflexionar sobre los cambios económicos de su época, y empezó a hablar sobre los gremios y su monopolio. Del mismo modo, empezó a meditar sobre los precios llegando a las teorías del precio justo. Él consideraba que todo precio superior al justo era pecaminoso, constituyendo un fraude vender cualquier producto con un precio superior a éste. Este tema queda recogido en la cuestión 77 de su Suma teológica.
El problema de Santo Tomás es que no define lo que es un precio justo y tampoco dijo cuál era el mecanismo que debía seguirse para establecer un precio justo, por lo que para él este concepto es más bien una cuestión moral que terrenal.
Otro tema importante para Santo Tomás será el relacionado con el cobro de interés, pues considera que es algo perverso, por lo que debía estar prescrito por la ley civil. Además para la iglesia un préstamo con interés es un pecado, y esta idea se mantendrá hasta el s. XVII.
Por ello, se empezará a dar una convivencia entre estas ideas y aquellas cuyo principal fundamento era la obtención de beneficios.

2. Nicolás de Oresme: no se conocen con exactitud los años de su nacimiento y muerte. Se sabe que vivió en el s. XIV. Fue un teólogo, economista, matemático, copista, físico, astrónomo, filósofo, geógrafo, historiador, jurista, psicólogo y musicólogo. Postuló una idea muy importante: “el rey no debería imponerse e impedir el comercio, sino favorecerlo”. Con ella quería decir que el rey tenía que imponer leyes para proteger y potenciar el Estado.
Oresme creará un pensamiento monetario, y piensa que el príncipe tiene que ser el encargado de imponer el valor, el peso, y de vigilar la correcta circulación de la moneda, teniendo siempre en cuenta los gastos de acuñación, porque consideraba que la moneda era esencial para mantener el comercio.
Por lo tanto, la alteración de la moneda para Oresme aún era peor que la usura, puesto que podía convertirse en un arma política poniendo el ejemplo de dos países en guerra, uno débil y otro poderoso de tal modo que si el débil introduce su moneda en el poderoso lo arruinaría. Así la ley Gresham estableció que la moneda mala sustituye a la buena. Esta es una ley que nace en la segunda mitad del siglo XVI, pero que está prefigurada en el pensamiento de Oresme.
Casualmente, cuando comienza la Edad Moderna el control monetario pasa por el rey, hasta tal punto que la alteración de la moneda constituirá un delito de lesa majestad.