HISTORIA ECONÓMICA DE LA EDAD MODERNA

Tuesday, February 13, 2007

COMENTARIO FINAL
Con motivo del fin del cuatrimestre y de la asignatura de Historia económica en la Edad Moderna finaliza este blog, el cual ha sido elaborado a lo largo de cuatro meses a partir de las clases magistrales impartidas por el Dr. David Alonso.
Gracias a las clases y a la elaboración de este blog he podido formar una opinión crítica sobre los aspectos económicos que caracterizaron la Época Moderna, y un conocimiento sobre aspectos que hasta ahora desconocía, o que pensaba que sabía pero en realidad no era así, pues al fin y al cabo como dice Montesquieu:
"Hay que estudiar mucho para saber poco"

LOS PRECIOS
Durante el siglo XVI tuvo lugar la célebre Revolución de los Precios, consistente en un proceso inflacionista. hamilton es el estudioso por antonomasia de este hecho, a pesar de las criticas que ha recibido.
Esta Revolución de los precios en 1570 experimentó un parón, reanudándose de nuevo la etapa inflacionista a partir de 1600, para finalmente en 1620 producirse la recesión de los precios.
Los factores que influtyeron en este hecho fueron:
  1. Crecimiento de la población.
  2. Llegada de metales.
  3. Aumento de la demanda.
  4. Mejora en las posibilidades de financiación y de crédito.

En lo referente a las dificultades metodológicas en el estudio de los precios hay que señalar como principales:

  1. La diferencia en los precios existentes: precios a largo plazo y precios a corto plazo.
  2. La existencia de precioslibres, precios bajos, tasas y precios de contrato.
  3. el no haber un mecanismo encargado de analizar los precios, lo que se traduce en reconstrucciones por medio de fuentes indirectas.

LA BANCA
Inicialmente las fortunas financieras estuvieron ligadas a las actividades de los comerciantes que también compraban tierras, o las arrendaba, y proporcionaban créditos agrarios con hipoteca; después se pasaría a los arrendamientos de rentas municipales y estatales, a los asientos con el estado y a los préstamos a instituciones públicas. Los seguros, la especulación y el juego eran formas en la Edad Moderna de obtener fortuna. Detrás de todas ellas, el matrimonio venía a consolidar la situación.
Especialmente en el mundo financiero, el negocio se transmitía de padres a hijos; por otra parte, era fundamental la confianza en la relación con las amistades de otros lugares.
En este momento eran cuatro las ciudades que dominaban las operaciones bancarias fundamentales, Ámsterdam, Génova, Franckfurt y Ginebra. Además, Londres y París eran los principales compradores de capitales. En Ámsterdam operaban todos los grandes financieros, de diferentes orígenes. Dominaba la presencia de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, cuyos recursos eran los más elevados hacia 1700.
Génova desarrolló su labor entre la competencia con otras plazas mediterráneas (Marsella, Livorno) y la presencia en la zona de holandeses e ingleses. Se especializaría en inversiones inmobiliarias en el exterior, en relación con las fortunas de la aristocracia de la zona. Al final del siglo se beneficiaría de la llegada de financieros emigrados de Ginebra por las quiebras de 1791-1792.
En este último lugar las finanzas habían comenzado ligadas a una pequeña industrialización para crecer después con los suministros a los ejércitos de Luis XIV. Su importancia crecería desde 1750.
Los lugares citados anteriormente se dividieron la clientela. Génova, Ginebra y Franckfurt dominaban en Italia, Francia y Alemania; en cambio Ámsterdam tuvo muchas más relaciones con el mercado colonial británico y holandés y con la deuda pública británica. Después se orientaría también a otros países como Suecia, Rusia, Francia y España.
Con las grandes casas financieras colaboraban otras de importancia nacional.
En lo refernte a los créditos a pequeños comerciantes y agricultores hay que señalar que seguían en manos de rentistas, comerciantes y de algunas instituciones eclesiásticas o municipales, que continuaron con las formas tradicionales del crédito, de gran importancia para la vida local.
Ya durante la Edad Moderna las funciones fundamentales de la banca eran el cambio, el préstamo y el depósito. Además se desarrollaron algunas funciones nuevas, propias de la complejidad financiera de la época. La actividad privada bancaria era difícil de distinguir del comercio. En Gran Bretaña ya se puede hablar de una banca especializada.
La banca pública municipal tuvo su modelo en el Banco de Ámsterdam creado en 1609. el banco exigía a los comerciantes mantener cuentas abiertas para poder realizar transacciones elevadas; así podía asegurarse un pasivo que apoyaba el valor del dinero bancario atraía los depósitos de los comerciantes más importantes.
Pero la novedad de este período fue el desarrollo de la banca estatal, ligada a las necesidades financieras de los gobiernos respectivos. El banco de Inglaterra (1694) impulsó el crédito y los préstamos al gobierno en los momentos de mayor necesidad, que eran los de guerra. Además de conseguir el privilegio de gestionar las finanzas estatales, incluidos los pagos en el exterior y las transferencias al ejército, trataban de conseguir un beneficio privado con la emisión de sus billetes de banco y los intereses de los préstamos al gobierno. Hasta 1742 no gozó del monopolio de emisión y en ésta y otras actividades sufrió una dura competencia con otras entidades que intentaron suplantarlo.
En Francia no se llegó a crear un banco nacional hasta 1800, pero desde 1776 existió una Caja de Descuento que contó con los respaldo del gobierno. La Caja descontaba letras, emitía billetes y prestaba al gobierno.
En España los Cinco Gremios Mayores de Madrid tuvieron funciones bancarias apoyadas por el estado hasta 1782, cuando se creó el Banco de San Carlos, por un consorcio de financieros. El banco prestó al estado, trató de garantizar su liquidez y emitió papel moneda, los vales reales.
Desde el siglo XVIII se extendió la costumbre de comerciar con títulos de compañías por acciones, lo mismo que antes se había jugado con otros títulos. En este siglo la bolsa generó una importante especulación, favorecida sobre todo a comienzos de siglo, por abundancia de capitales y las expectativas de ganancias rápidas. La especulación hizo que los títulos alcanzaran valores muy superiores a los beneficios empresariales que la parte de capital que representaban pudiera producir.
En Francia, John Law, banquero escocés, creó la Banque Royale (1718), con idea de allegar dinero para el gobierno a través de la emisión de billetes y con la garantía de los beneficios mercantiles de la Compañía de Occidente.
Más tarde la especulación seguió patrones más ordenados y facilitó la financiación de actividades costosas entre las cuales cabe destacar la construcción de canales en Inglaterra, que pudo financiarse gracias a una posibilidad permanente de transferir las acciones. Los seguros y los viajes de las grandes compañías intercontinentales fueron otros campos de actividad de los especuladores.

EL DESARROLLO COMERCIAL EN EL SIGLO XVIII

Hacia 1770, el comercio interior inglés había crecido mucho más que el exterior gracias al aumento del poder adquisitivo global a través del desarrollo de una clase media que era capaz de moverse, comprar y gastar cada vez más. En otros países la realidad era algo distinta, no tan evolucionada; en todo caso, siempre el comercio interno era fundamental para la economía.
En los ámbitos rurales subsistían las tradicionales ferias y mercados (semanales, mensuales o anuales). Según su importancia abarcaban ámbitos más o menos extensos, pero siempre, sobre todo en las ferias, se podían encontrar productos bastantes lejanos. Al mismo tiempo en las ciudades se fue extendiendo la tienda, al principio dominada por los mercaderes agremiados, que sólo vendían los productos de su corporación; más tarde, una tienda libre, con una especialización menor. A veces existían también lonjas especializadas, controladas por los poderes municipales.
Los niveles del comercio interior dependían de la capacidad de atracción del núcleo de población. Los polos fundamentales eran las grandes ciudades que tenían amplias relaciones comerciales con muchas regiones y con el exterior. En poblaciones más pequeñas se reducía la demanda exterior y se limitaba el área de influencia. Las importaciones y exportaciones producían flujos continuos internos entre los puertos y los lugares de consumo o producción. La ampliación de las relaciones favoreció en casi todos los países la especialización de los mercados, y se fueron fijando los itinerarios de las mercancías. Las zonas que queden aisladas tenderán a la autarquía y pronto a la despoblación por emigración.
Todo esto no quiere decir que los mercados estuvieran muy integrados. En el siglo XVIII perviven numerosas barreras aduaneras internas. Además, las vías de comunicación seguían siendo insuficientes, a pesar de los avances realizados. La consecuencia eran importantes diferencias de precios y dificultades para conseguir productos. El país que ofrecía el mercado interno libre más amplio era Inglaterra.
No obstante, los grandes beneficios y los productos solían llegar de otros países, o de otros continentes. En el siglo XVIII hubo una notable ampliación en este sentido. Con respecto al siglo XVII, variaron los protagonistas y la importancia de los mismos, como consecuencia tanto de los conflictos navales, como de la crisis económica.
En este momento Gran Bretaña se convertiría en la primera potencia mercantil. Sistemáticamente fue ganando mercados a otros países desde finales del siglo XVII: derrota de Holanda, navío de permiso en Hispanoamérica, derrota de Francia en la India. También incrementó los lazos con sus colonias y consiguió que apenas le afectara comercialmente la independencia de los Estados Unidos. Puntal de su comercio fue la compañía de las Indias Orientales, que operaba con gran libertad en Extremo Oriente.
Por el contrario Holanda perdió en el siglo XVIII la preponderancia que había tenido antes, como intermediario mercantil europeo. Desde su derrota ante Inglaterra en el último tercio del siglo XVII, pasó por momentos de recuperación y de nueva decadencia. La depresión agrícola de 1720-1750 y la agresividad comercial de franceses e ingleses, retrasó aún más su recuperación mercantil, que no obstante, se produjo, gracias, sobre todo, a conservar la venta en Europa del azúcar de sus colonias en las Antillas.
El comercio de Portugal pasó también a un lugar secundario. El tratado de Methuen con Gran Bretaña mediatizó totalmente las relaciones con sus territorios en la India y con Brasil. Las exportaciones británicas a Portugal se duplicaron entre 1703 y 1730, para decaer algo desde 1760; sin embargo, apenas se movieron los índices de las importaciones de productos portugueses.
España mantuvo un alto nivel de actividad hasta 1807. Lo realmente importante era el comercio americano, que se mantuvo bastante bien a pesar de los beneficios mercantiles concedidos desde finales del siglo XVII a Portugal, Francia y Gran Bretaña, y del tráfico directo entre las colonias y otros países europeos. Desde el segundo tercio del siglo se da una ofensiva al contrabando internacional y se produce una importante recuperación política y mercantil.
Por todo lo dicho anteriormente se deduce que la principal área de comercio era Europa. El mercantilismo existente llevaba a los países a intentar exportar sus productos manufacturados y en todo caso, alimento que potenciasen su agricultura, y a tratar de abastecerse de materias primas. Se intentaba, por otra parte, impedir la compra de manufacturas.
En general se mantienen las estructuras comerciales anteriores el norte y Báltico abastecían de pescado, madera, cereales, lino y cáñamo, hierro, pieles y alquitrán. El Mediterráneo ofrecía sus vinos, aceites, cereales y frutos secos además de lana, seda y pescados. En los países de latitud media es donde más se desarrolló la industria, cuyos géneros se exportaron en cantidad creciente. Dentro de los circuitos europeos entraron los productos coloniales. Gran Bretaña era la que tenía más potencial al dominar más rutas, y España la más defraudada, ya que no controlaba los entresijos financieros de su amplio mercado colonial.
Fuera de Europa el área más importante era América, donde cabe distinguir varias zonas. En el norte, las Trece Colonias comerciaban sólo con Gran Bretaña hasta su independencia, aunque solían hacerlo por intermedio de las colonias las Antillas, donde se encontraban con los comerciantes ingleses. Así se producía una especialización geográfica dentro del imperio británico. Las Trece Colonias vendían, sobre todo, productos alimenticios agrícolas y ganaderos (harina, arroz, carne y pescado), madera, tabaco, hierro y algodón. Las Antillas ofrecían, además de ron, los géneros de plantación (café, cacao, azúcar y tabaco), cuya producción varió en intensidad según épocas e islas. Los británicos llevaban a estas colonias sus manufacturas y los esclavos comprados en África, lamentablemente un tráfico beneficios y en aumento en este siglo.
Las Antillas eran también la base del negocio colonial de Francia y de Holanda. El esquema era el mismo. La principal antilla francesa, Santo Domingo, se especializaba en azúcar, café, ron e índigo.
La tercera área americana era la ibérica. Gran Bretaña se benefició del comercio con Brasil, de su producción de metales preciosos y de azúcar, cuya importancia descendería a favor de la antillana. La producción de las colonias españolas fue abundante y variada. Los productos eran los coloniales alimenticios que se acaban de cita, numerosos tintes, perlas, cuero, tabaco y por supuesto, los metales preciosos.
La importancia de América en este siglo es fundamental para las metrópolis occidentales que centraron allí su comercio colonial. Desde luego, la vida en estos países habría sido muy diferente sin el desarrollo de las costumbres ligadas al consumo de café, chocolate, azúcar o tabaco; sin los tintes para sus industrias, sin el desarrollo impuesto por las necesidades de la navegación y desde luego, sin los metales preciosos, o sin la fortuna de los comerciantes ligados al mercado americano.
De hecho, ni siquiera en Gran Bretaña el comercio asiático llegó a acercarse al americano.
El papel que el comercio exterior jugó en el crecimiento económico europeo y en concreto en la Revolución Industrial británica, fue enorme. En primer lugar fue fundamental para el desarrollo de la industria en cuanto que ofreció salida a un porcentaje importante de sus productos. La orientación exterior de algunas industrias influyó en su localización. El comercio exterior fue fundamental proveedor de materias primas, como algodón y tintes y favoreció el desarrollo de industrias de transformación de productos coloniales (azúcar, tabaco, chocolate). En muchos países el comercio exterior fue también motor de la expansión agraria.
Desde el punto de vista financiero el comercio exterior contribuyó a la capitalización. La abundancia de metales preciosos incidió directamente en el desarrollo de las técnicas de los negocios y del crédito. En cuanto a la transformación social, el comercio exterior elevó el nivel de empleo y de renta, favoreció así pues el crecimiento de la demanda, y produjo nuevos tipos sociales, con posibilidades de enriquecimiento. Igualmente, el comercio impulsó las técnicas de navegación y la infraestructura portuaria, y benefició a los gobiernos a través de los ingresos aduaneros, que en todas partes estaban entre los más importantes.

ÁREA DEL ATLÁNTICO

En el área del Atlántico hay que distinguir dos tipos de comercio:

1. De largo recorrido, transoceánico, donde entran en candelero Europa, Asia y América.

2. De corto recorrido, de cabotaje. Fue una navegación importante y de consideración. Por esta navegación de cabotaje, que discurre cercana a la costa, discurría cereal y lana. Estos productos junto con sal, vinagre y vino constituían el bloque principal. Este tipo de comercio se hacía mediante grandes barcazas preparadas, para remontar el curso de los ríos en muchas ocasiones.
Un producto fundamental era la sal, cuyos mayores productores eran Francia y España, y gran parte de su producción se dirigía al norte de Europa y se destinaba al área Báltica que llegaba mediante la navegación de cabotaje.
El vino va a tener cada vez más importancia en la navegación de cabotaje. Los vinos eran de Jerez, Madeira y Burdeos, y los consumidores más importantes se encontraban en Países Bajos, Gran Bretaña e incluso el Báltico.
Por otro lado, los principales comerciantes de esta navegación de cabotaje son las ciudades de La Hansa y Portugal.
Y en la segunda mitad del siglo, son los holandeses los que toman la delantera hasta que a finales del siglo XVII, los ingleses se ponen a la cabeza.
El escenario atlántico va a ser muy importante en cuanto a comercio transoceánico. Este comercio de largo recorrido lo podemos dividir así mismo en dos zonas: Por un lado el comercio con el Extremo Oriente y por otro con América.
En el caso del comercio con el Extremo Oriente comienzan los italianos y poco a poco se van sumando a este comercio franceses, ingleses y alemanes. En la Edad Media, se inauguran con Marco Polo, los contactos comerciales entre Europa y Asia, y se empieza a conocer el espacio oriental. El problema que surge es la expansión turca a finales de la Edad Media. Con el deseo de encontrar otra forma de contacto con América, surge el intento de llegar a Asia bordeando África.
Se descubre el oro africano y desde mediados del siglo XV, tanto el oro de Guinea como Bohemia hinchaban los stocks monetarios.
También por esta época, Castilla controlaba el Atlántico, pues el objetivo de los castellanos era asegurar las rutas con las Canarias y la pesca y producción de la orchilla (tinte muy importante para los textiles, y contar con este producto era muy vital). Es un derecho que el rey enmienda, después de los castellanos con la orchilla, están los italianos, como por ejemplo la familia Vivaldi.
A pesar de la presencia de Castilla en el Atlántico la primera ruta en este océano de viaje a Asia era de Portugal, para después el escenario ser dominado por otros países.
La intervención de Portugal trajo una ampliación impresionante del espacio comercial.
De Oriente llegaban productos de lujo en muchas ocasiones: porcelanas, algunos vestidos de seda y sobre todo, especias (pimienta). La pimienta a partir del siglo XVII comenzará a ser cotidiana en Europa. La pimienta permite la conservación de los alimentos. Tanto en China como en Japón no se querían productos europeos, sino que se requería plata y así se estableció un comercio deficitorio para Europa: plata a cambio de pimienta, porcelana y tejidos orientales. También existe una relación del comercio oriental con un aspecto religioso de evangelización; las órdenes religiosas obtienen productos. Las misiones constituían una manera de organizar el territorio.
Además, habrá productos de origen americano, como es el caso del y del café, que empezarán a ser consumidos por los europeos de forma habitual, constituyendo así América uno de los pilares fundamentales del comercio a larga distancia. Éste hecho se debe a la relación de monopolio entre América y Europa, la cual es la típica relación entre la Corona y la Metrópoli. Dicha relación se materializará en la exportación de materias primas de la colonia, importando productos manufacturados procedentes de Europa.
En América van a convivir dos tipos de explotación territorial: minería como es el caso de Perú y México, y posteriormente la agricultura que se dará en Nueva Granada.
Aunque bien es cierto, que detrás de la empresa americana se encuentra la empresa privada, cuyo principal objetivo era el del beneficio, y ésta se encontraba respaldada por la monarquía. Es decir, existían intereses mutuos entre particulares y monarquía, lo que favorecerá una explotación económica, como por ejemplo con Colón, Pizarro y Hernán Cortés. Así pues, esto será lo que explique el monopolio.
En el caso español se va a dar un monopolio singular, ya que van a aparecer organismos encargados única y exclusivamente de su desarrollo, como es el caso de la Casa de Contratación de Sevilla y el Consulado de Indias.
Desde América llegaban a Europa productos como el oro, plata, madera, tabaco, algodón y pieles. A partir del siglo XVII la melaza también será objeto de comercio ya que era empleada en la elaboración del ron. A cambio, desde Europa se exportaba paños, vinos y productos elaborados.
Durante el siglo XVI, con el oro procedente de las minas americanas, en España se acuñaba la moneda, la cual era llevada de nuevo a América, lo que provocará una desigualdad en la moneda entre España y América, pues en el Nuevo Mundo la misma moneda tenía más valor que en Europa. Todo ello provocará unos intereses y una especulación.
En el caso del comercio portugués se dará un sistema de explotación por medio de factorías. Este sistema se dio en el caso de Brasil.

Monday, February 12, 2007

ÁREA DEL BÁLTICO
Está demostrado que en el siglo XVII y puede ser que antes, el área comercial báltica, fue muy importante. De éste área salían productos básicos como el cereal, el cobre o los salazones, especialmente arenques. Además era una zona donde los europeos podían vender sus productos manufacturados.
Las potencias que podían comerciar aquí son Francia, Dinamarca y Holanda, con predominio de éste último. Un área fundamental eran los pasos del Sund, controlados por Suecia en el siglo XVII. En el siglo XVII ya se tenía conciencia de la guerra económica. Los suecos van a cobrar aranceles importantes a todos los barcos, y va a ser una fuente importante de impuestos. De esta forma, las otras naciones intentaron firmar acuerdos comerciales con Suecia a fin de que estos aranceles se redujeran.
Esta fue así hasta países lejanos como España, que enviaron vino al ámbito del Báltico.

Rutas del área

  1. Existía un área terrestre, la cual llegaba desde Alemania y a través de ella, se comerciaba con cereales, sal, pescado, lana, pieles o madera. También discurría el oro sueco y el cobre.
  2. La Hansa: federación de una serie de ciudades del norte de Alemania y de comunidades de comerciantes alemanes residentes en los Países Bajos, Inglaterra y en la zona del mar Báltico. Fue creada en 1158 como una agrupación de los comerciantes de Alemania del norte, con el fin de proteger y fomentar los mutuos intereses comerciales. En su máximo momento de influencia, la Liga constituyó una gran potencia política en Europa. Su desarrollo fue consecuencia de las peculiares circunstancias de la Europa Medieval, entre las cuales se cuentan el gradual surgimiento de ciudades libres y de gremios mercantiles, la desintegración de una autoridad central dentro de Alemania, la expansión de la colonización, influencia y comercio de los mercaderes alemanes al este del río Elba, el estímulo de las relaciones comerciales del norte de Alemania con Inglaterra y con los puertos continentales ingleses del canal de la Mancha, y el predominio de piratas y salteadores de caminos a lo largo de las principales rutas comerciales. A inicios del siglo XIII los mercaderes alemanes que se habían asentado en la isla de Gotland, en el mar Báltico, constituyeron una asociación mercantil formada por Colonia y otras veintinueve ciudades. Esta asociación obtuvo importantes privilegios comerciales en el extranjero, especialmente en Inglaterra, Flandes y Rusia. En 1241, en pleno apogeo de la asociación de Gotland, la ciudad de Lübeck, un centro mercantil rival, firmó un tratado con Hamburgo por el que se estipulaba el control común de la ruta entre el mar Báltico y el mar Negro. Esta alianza, reforzada algunos años más tarde por otro acuerdo, proporcionó a sus firmantes una posición poderosa en la actividad comercial por el noroeste de Europa. Estos acuerdos fueron causa de que la zona de influencia de la asociación de Gotland disminuyera de forma gradual. La unión Lübeck-Hamburgo quedó inmensamente robustecida en 1252, cuando esta asociación logró firmar unos tratados comerciales altamente ventajosos con Flandes. De este modo, Brujas, la principal ciudad de Flandes y floreciente centro mercantil de Europa, figura de forma muy destacada en el desarrollo de la Liga Hanseática. Rostock y Wismar también concluyeron una alianza con Lübeck en 1259 para realizar acciones comunes contra los bandidos y piratas. Más tarde, en menos de una década, los mercaderes de Lübeck y Hamburgo consiguieron el derecho de establecer organizaciones mercantiles en Londres, ciudad en la que los mercaderes de Colonia habían disfrutado, con anterioridad, de un régimen de monopolio. Hacia la misma época, los intereses comerciales de Lübeck y Hamburgo lograron el control pleno o parcial del comercio entre Alemania y las ciudades costeras de Inglaterra oriental. Atraídas por la creciente influencia y prosperidad de la unión Lübeck-Hamburgo, otras ciudades del norte de Alemania, en especial Bremen y Danzig (la actual Gdańsk, en Polonia) se afiliaron a la asociación. Otras ligas mercantiles de ciudades alemanas, agrupadas en torno a bases regionales, poco a poco fueron aceptando la hegemonía de Lübeck y sus aliados. Una de estas ligas agrupaba varias ciudades de Westfalia, de la zona del Rin y de los Países Bajos, en tanto que otra estaba formada por los centros mercantiles del ducado de Sajonia y la marca de Brandeburgo, y una tercera la constituían ciudades prusianas, lituanas y estonias. La federación, denominada oficialmente como Hansa en 1343, pronto incluyó a más de 85 ciudades. La primera gran acción política de la Liga Hanseática tuvo lugar en 1362, al declarar la guerra a Dinamarca como represalia por la ocupación de Visby, en la isla de Gotland. La posterior victoria sobre Dinamarca, que fue forzada en 1370 a pagar indemnizaciones, a ceder territorios estratégicos y a otras concesiones, incrementó progresivamente el poder y el prestigio de la Liga. Muy poco después, el rey Ricardo II de Inglaterra confirmó los tratados comerciales preferentes que su gobierno había establecido con las ciudades hanseáticas. El siglo siguiente fue un periodo de gran prosperidad para la Liga. Se crearon nuevos centros mercantiles y de civilización en la Europa del norte. Se produjo una integración del comercio de la región, se desarrollaron la agricultura y las técnicas industriales, se perfeccionó un sistema de pesos y medidas y se construyeron canales y carreteras. Intimidados por el poderío naval de la Liga, muchos monarcas europeos buscaron alianzas con esta organización. La Liga era gobernada de forma democrática por una Dieta, denominada Hansetag, compuesta por delegados de las ciudades miembros, pero en ningún momento logró crear una estructura de gobierno centralizada. Esta circunstancia contribuyó, con el paso del tiempo, a su colapso. El proceso de desintegración, iniciado a fines del siglo XV, se aceleró por otra serie de circunstancias, básicamente el nacimiento y consolidación de estados soberanos en otras partes de Europa, el descubrimiento de América y de una nueva ruta a la India, y el desarrollo del poderío marítimo holandés e inglés. La creciente fricción entre la Liga e Inglaterra culminó en 1589 con la captura de 61 navíos hanseáticos por los ingleses. El estallido de la guerra de los Treinta Años en 1618 fue otro severo golpe a la tambaleante situación de la organización. Hacia 1630, la Liga estaba formada sólo por las ciudades de Lübeck, Bremen y Hamburgo. Esta unión atenuada pervivió 39 años, durante los cuales las tres ciudades conservaron una independencia política nominal y la denominación tradicional de ciudades hanseáticas, hasta que esos privilegios fueron revocados en 1934 por el gobierno nacionalsocialista de Adolf Hitler.
  3. También hay una ruta marítima, utilizada para traer cereal y ganado vivo del Báltico, que a su vez se utilizaba para la pesa, no sólo en esta zona, sino que también otras zonas como Irlanda, dedicada también a ésto, y los productos llegaban hasta España que consumía pescado de caladeros de Irlanda desde principios del siglo XVI.
    La importancia y recuperación de la pesca hará que todos los tratados internacionales los mencionen.
    La pesca en Suecia era muy importante por dos motivos:
    -Da mucho trabajo a mucha gente.
    -Servía para formar tripulaciones de guerra.
    Esto va a posibilitar que Suecia en el siglo XVII vaya tomando fuerza en este escenario y llegará un momento en que intente arrebatar el predominio naval a los holandeses. Pero no lo consiguen, el relevo holandés lo tomó Inglaterra en el siglo XVIII. Así por ejemplo, el primer barco que llegó a San Petesburgo a principios del siglo XVIII fue inglés.

Sunday, February 11, 2007

LA EVOLUCIÓN DE LOS TRANSPORTES TERRESTRE Y MARÍTIMO DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII
En los siglos XVI y XVII, la red de comunicaciones era muy pobre y los medios de transportes muy rudimentarios. Los caminos y carreteras constituían el sistema de comunicaciones por excelencia, aunque resultaba muy costoso mantenerlos en buenas condiciones. Tan sólo los caminos reales se conservaban en buen estado. En cambio, los caminos vecinales estaban en malas condiciones y el tránsito se hacía en ocasiones muy dificultoso por la abundancia de baches, piedras, charcos, etc.
Los vehículos más utilizados eran el carro y la diligencia, movidos por animales de tiro (caballos, mulos…). La velocidad era muy baja, ya que los vehículos más rápidos y ligeros solo alcanzaban 15 ó 20 Km/h. en consecuencia, los desplazamientos se hacían largos y costosos. Así por ejemplo, el trayecto París-Toulouse en diligencia duraba ocho días y costaba más de 2.000 horas de trabajo de un jornalero.
El segundo gran medio de transporte era la navegación marítima y fluvial. La primera utilizaba esencialmente la fuerza del viento como método de tracción, y su capacidad de carga era bastante limitada (100 t.). Además, el desplazamiento era lento: se tardaba dos meses, en condiciones favorables, para ir de Inglaterra a Estados Unidos. La navegación fluvial constituía el medio de transporte más fácil y barato, pero necesitaba buenas condiciones hidrográficas, de las que no gozaban todos los países. En este sentido, Gran Bretaña poseía una red fluvial privilegiada que, con la construcción de canales de comunicación entre los principales ríos, dio origen a una importante red de navegación.

EL COMERCIO EN LA EDAD MODERNA
Introducción
El comercio en la Edad Moderna se caracterizaba por los escasos excedentes, el bajo nivel de especialización y un sistema de transportes insuficiente que daban como resultado un limitado desarrollo del comercio interior. Los intercambios se realizaban en las ferias y el comercio interior solía tener sólo un alcance local o comarcal, aunque existían también, desde la antigüedad, las grandes ferias periódicas, adonde acudía gente muy lejos para vender u comprar.
Ahora bien, el aislamiento comercial característico del periodo preindustrial se rompió con el comercio colonial. A partir del siglo XVI se hizo mucho más frecuente el comercio entre territorios separados por el mar que entre regiones más próximas por tierra. Se abrieron nuevas rutas marítimas y el comercio colonial se convirtió en un factor de estímulo para las economías europeas. El comercio colonial proporcionaba materias primas para las industrias lo que permitía vender objetos manufacturados y daba grandes beneficios a sus ejecutores.
Paralelamente a esta expansión comercial, se produjo un gran crecimiento del mundo de las finanzas. La necesidad de capitales para financias las expediciones comerciales favoreció la ampliación de los mecanismos de crédito, de las compañías de comercio y de las instituciones financieras.
Los beneficios obtenidos con el comercio colonial eran muy altos y esta rentabilidad favoreció la proliferación de mercaderes, banqueros y prestamistas, así como un mayor desarrollo de los bancos y de las compañías comerciales. El gran movimiento y la acumulación de capitales que se produjeron alrededor del comercio colonial justifica que muchos autores caractericen este periodo preindustrial como el del capitalismo comercial.
Las monarquías absolutas de los siglos XVII y XVIII propiciaron, mediante políticas mercantilistas, la protección de las grandes manufacturas, de las compañías comerciales y del comercio colonial. A través de prácticas intervencionistas, subvencionaron grandes manufacturas reales, concedieron concesiones comerciales y protegieron las flotas mercantes. Los monarcas se mostraban convencidos de que la riqueza de un país dependía de la cantidad de metales preciosos de que se disponía y que, por lo tanto, se debía ejercer una política encaminada a favorecer la exportación y a frenas la importación, para conseguir, así, acumular la mayor cantidad de oro y plata posible.

Wednesday, January 17, 2007

INTRODUCCIÓN A LA INDUSTRIA EN LA EDAD MODERNA
A pesar del predominio agrícola, también existían otras actividades de tipo aresanal e industrial que, a partir del siglo XVI, se vieron fuertemente estimuladas por el desarrollo del comercio ultramarino.
Gremios y Domestic System
Durante la Época Moderna la familia campesina era la unidad de producción básica, y se encargaba tanto de trabajar la tierra como de elaborar los productos de consumo doméstico. De todas formas, en las ciudades existía, desde la Edad Media, una producción artesana controlada por los gremios (agrupaciones de artesanos que ejercían la misma profesión) su finalidad era, además de la existencia mutua de los asociados, el control de las técnicas, de la calidad, del volumen y de los precios de la producción, así como el número de maestros que podían ejercer el oficio.
El aumento progresivo de la demanda de productos a partir de los siglos XVI y XVII, estimuló a los comerciantes y a algunos artesanos a buscar nuevos sistemas de producción para escapar del control gremial, que dificultaba el aumento de la producción y no permitía un margen demasiado amplio de beneficios. Con este objetivo se empezó a extender el Domestic System, que consistía en dar trabajo a domicilio a las familias campesinas. Así, un artesano-comerciante distribuía la materia prima y facilitaba los instrumentos de trabajo para que los productos se elaborasen en los pequeños talleres instalados en la misma casa del campesino. Después el comerciante, uque normalmente pagaba por pieza elaborada, se encargaba de comercializar el producto en los mercados urbanos o coloniales.
Durante el siglo XVIII se difundió otro modelo de producción industrial: las manufacturas. Éstas eran establecimientos subvencionados, impulsados por el Estado (en la Europa continental), o de iniciativa privada (en Inglaterra), donde se elaboraban determinados artículos de lujo. También se fabricaban productos para venderlos en los mercados internacionales por medio del comercio colonial. Su novedad consistía básicamente en el hecho de que la manufactura concentraba a un número muy elevado de trabajadores a sueldo bajo un mismo techo. En este sentido las manufacturas constituyen un precedente de la fábrica, puntal de la industria moderna.

EL AÑO AGRÍCOLA
Sin lugar a dudas, el trabajo en el campo está ligado a las estaciones del año. Toda la economía agraria repite monótonamente, año a año, las mismas actividades. Es tal esta dependencia del tiempo, que la vida social se ve estructurada también por él (las fiestas).
Una relativa tranquilidad regía las tareas agrícolas desde enero a marzo, tranquilidad que se alteraba circunstancialmente por algún trabajo menor (preparación del terreno agrícola). Cuando empezaba de verdad el agotamiento era en abril y mayo, con el esquileo. Después, junio, julio y agosto de cosecha, septiembre de vendimia, octubre de siembra y noviembre y diciembre de matanza. Esta simple rutina, tan aparentemente sencilla, era durísima, como nos lo dicen miles de testimonios y corrobora la estacionalidad en las concepciones.
Y un año sí, otro no, malas cosechas, cuando no era por frío a destiempo lo era por el calor desmesurado, cuando no por sequía, por inundaciones, y si el clima no colaboraba con los destrozos, aparecía alguna oruga, o langosta, para encargarse de que prácticamente de ninguna manera sobraran excedentes. Por ello, no es de extrañar, que aún se sigan celebrando fiestas a San Antón (protector de los animales), o a San Gregorio contra los gusanos de las viñas. Tal era la indefensión contra esos males, que sólo podían salvar de ellos hábiles intercesores: los santos. Pero como ellos fallaran también el campesino recurría al cambio de un santo por otro, por sorteos, por elecciones... La vida agraria era en todos sus aspectos un profundo mundo, inquietante, en el que tal vez se supiera valorar desmesuradamente lo poco que se tenía, y se disfrutaba hasta la extenuación en los períodos festivos, que coinciden, naturalmente, con las épocas de descanso agrícola, cuanto de nacimiento de las nuevas generaciones de insectos, o de propagación de las epidemias. Ese sentido trágico de la existencia explica muchos comportamientos del hombre, y de sus creencias.

Sunday, December 17, 2006

LA AGRICULTURA EUROPEA EN EL SIGLO XVIII
A comienzos del siglo XVIII predominan aún los paisajes agrarios heredados en los que la tendencia a la especialización aún no se ha marcado mucho. En general, hay un predominio del openfield, que permite en muchos casos el aprovechamiento común, y las técnicas agrícolas se han modernizado poco, aunque ya son frecuentes, según las zonas, avances como el arado brabanzón o el collarón para los caballos de tiro. También se han introducido sistemas de rotación de cultivos, aunque muy localizados.
Todo esto sufrirá importantes modificaciones. La mayor innovación del paisaje es la tendencia a los cercamientos (enclosures), que se produce en todas partes donde dominaba el campo abierto. Es una respuesta al cambio de condiciones del cultivo de la tierra, jurídica y económicas. En la tierra se podrán hacer innovaciones, aprovechar mejor los recursos y sacar un mayor beneficio. Con el cercamiento se agranda también la propiedad en las zonas del norte de Europa donde se desarrolla la nueva agricultura capitalista.
El aumento general de la demanda necesita una producción mucho mayor, que se conseguirá en parte con nuevas técnicas de cultivo, pero también con la extensión de las labores. En la primera mitad del siglo la producción pudo aumentar casi exclusivamente gracias a las roturaciones, con las que se ganan tierras abandonadas en los peores momentos del siglo XVII. En la segunda mitad del siglo, en cambio, disminuyen las roturaciones y en muchos sitios se introducen nuevas técnicas. Si la extensión hace descender la media de los rendimientos al ponerse en cultivo tierras peores, en las tierras buenas y allí donde aparecen nuevas técnicas, los rendimientos aumentaron notablemente, muchas veces acompañados de nuevos cultivo.
Naturalmente, todas estas realidades se presentas de manera diferente según las zonas climáticas, tan variadas en toda Europa. En los climas excesivamente cálidos y secos del sur, o en los más fríos del extremo norte, las modificaciones son más difíciles; en cambio, las nuevas técnicas se adaptan bien en las zonas templadas y húmedas, de suelo fértil, de las latitudes medias y sobre todo en los valles. De modo general, el clima no mejoró sustancialmente durante el siglo y se sigue en la fase fría que domina en Europa desde finales del siglo XVI. Es claro a este respecto, que también en este siglo XVIII del crecimiento, abundaron las malas cosechas y las crisis de abastecimientos como en los siglos anteriores, aunque seguramente fueron más abundantes en la segunda mitad del siglo y en la Europa mediterránea.
La producción agraria se verá incentivada por el aumento de población, también en muchos sitios mejoraron los niveles de vida, aunque fuera sectorialmente, según determinados grupos sociales, lo que incrementó la capacidad adquisitiva y la demanda. La agricultura fue capaz de dar de comer mejor y a más cantidad de habitantes por unidad de producción, aunque también exista la ayuda de los productos alimenticios.
Aumentó también la población urbana. La tradicional interacción entre campo y ciudad se convirtió en algunos lugares en una subordinación del campo a la urbe y hubo un progresivo incremento de la población dedicada a servicios sobre la población activa agraria. Existen ya provincias enteras que condicionan su agricultura al abastecimiento de grandes ciudades cercanas, como son Londres, París o Madrid. Otras veces, la actividad comercial exportadora de la ciudad es la que condiciona los cultivos cercanos, como es el caso de Burdeos y sus viñedos.
También se va modificando la estructura de la propiedad agraria. La posesión de la tierra es más apetecible y los burgueses la buscan, tanto por el beneficio económico, como por el deseado status de rentista. A veces sirve la compra directa; otras, basta la apropiación a la que habilitan las deudas impagadas de los campesinos a los que se ha prestado con hipoteca de su tierra. En todo el Occidente se produce una tendencia a la desaparición del pequeño propietario, convertido en arrendatario.
La situación de éstos es muy variada y va desde la del tenant inglés, casi un propietario de hecho, con arrendamientos a largo plazo, similar a los sistemas de enfiteusis del continente, hasta las situaciones casi serviles aún de algunas regiones de Francia y del centro de Europa. En muchos lugares hay también una tendencia a acortar los plazos del arrendamiento para poder subir el alquiler. Durante buena parte del siglo esas tendencias fueron una respuesta al auge de la tierra. En las últimas décadas, sin embargo, cuando se nota la presión de la población sobre una tierra azotada por frecuentes problemas climatológicos y por el alza de los precios, el propietario necesitaba elevar las rentas para no perder capacidad adquisitiva y el arrendamiento ya no estará en condiciones de pagar. En Francia este fenómeno, que ha sido calificado en algunos casos de nueva refeudalización, está claramente en el fondo de las protestas campesinas relacionadas con la Revolución.
En todas estas apreciaciones no se ha tenido en cuenta la situación de la Europa oriental, prácticamente inmóvil, donde predominan los trabajos serviles y la gran propiedad de la aristocracia, sin que el capital burgués haya entrado en absoluto en el campo.
El aumento de la producción, la introducción de novedades y a la vez el mantenimiento de las estructuras tradiciones, son una suma de realidades que a veces han sido interpretadas como revolución agraria y otras simplemente como fenómenos de crecimiento con limitaciones. Desde el punto de vista descriptivo sigue habiendo un predominio de la agricultura tradicional. Por otra parte, la imagen crítica que se suele tener de la agricultura en algunos países corresponde al secano, donde hubo pocos cambios y la producción aumentó de manera extensiva. No obstante, en muchos sitios crecieron también los cultivos de regadío con técnicas tradicionales. La demanda de estos productos hizo que la huerta ganara terreno al secano, especialmente cerca de las ciudades. A ello habría que añadir el desarrollo de los cultivos de exportación.
A los métodos tradicionales, algunos más intensivos, se suman otros que suponen el desarrollo de una nueva agricultura sobre todo en dos aspectos:
1.La estructura de la producción
2.La mentalidad del propietario, que se va haciendo más empresarial.
No todo es nuevo, pero ahora las novedades son más frecuentes y se difunden más. Hay una pasión por lo agrario y una mayor conexión con el desarrollo económico.
Los nuevos propietarios con mentalidad capitalista miraban al campo de otra manera. La agricultura se puso de moda, en primer lugar, entre los teóricos, incluidos los filósofos que difundieron una nueva idea de la naturaleza física, como puede verse en los Discursos sobre el tema de Rousseau, o en la Historia natural de Bufón; junto a ellos están todos los difusores de la fisiocracia.
Pero la teoría no lo es todo, también se estudian con detalle nuevas técnicas de cultivo y de cría y ganados. Pronto empezaron a aparecer obras especializadas y las ideas básicas se difundieron en panfletos y periódicos especializados, y por la formación de sociedades cuyos miembros estudiaban los problemas teóricos y fomentaban la práctica de las novedades
El capitalismo agrario, el aumento de la producción agrícola y ganadera y la especialización sólo podían tener amplia cabida allí donde el mercado podía absover esos cambios, porque se estaban produciendo también otros en diferentes sectores. Esto ocurría en Inglaterra, donde la Revolución Industrial llevaba consigo una necesaria transformación agraria.
Se produjo en Inglaterra una especialización regional a gran escala (no sólo comarcal), entre zonas de agricultura rica y especializada, que pueden producir para el mercado interior y exterior, y zonas de suelo menos fértil, orientadas hacia la industria. Dado que la nueva agricultura retuvo mucha mano de obra relativamente bien pagada, e impidió la emigración, estas regiones se convertirán en buenas compradoras de manufacturas, lo que favoreció el comercio interior.
Los mayores beneficios obtenidos a través de la especialización favorecieron la inversión en otras actividades, como la industria, y la mejora de las explotaciones. El campo obtuvo y necesitó cada vez más capitales y el desarrollo de los bancos rurales favoreció créditos e inversiones. Del campo salió el dinero que financió la construcción de canales, fundamentales para el riego y el transporte. También el dinero drenado hacia el campo por el auge de las eclousures favoreció un importante incremento de la renta agrícola en el total de la renta nacional y permitió modificar los mecanismos de ofertas y demanda de productos agrícolas e industriales abaratar los costes por la especialización. La agricultura así fortalecida, pudo aguantar también un mayor peso fiscal y liberar de ello a otros sectores en la difícil coyuntura de fin de siglo.

LA AGRICULTURA EN LOS PAÍSES BAJOS DURANTE LA EDAD MODERNA
La agricultura de los Países Bajos será una de las más avanzadas que se darán en la Europa preindustrial, porque van a ser los primeros que empleen abonos químicos.
Los Países Bajos en este momento van a tener acceso a un cereal del cual ellos no eran los productores, lo que les va a permitir dedicar tierras a otros cultivos. Este hecho permitirá que exista un mayor equilibrio entre la agricultura y la ganadería, y gracias a esta ganadería habrá más abono lo que conllevará un incremento de la producción. Esta es una zona capitalizada donde existirá un mayor poder de compra lo que implicará un mayor poder de ganancias. Así pues, los rendimientos se situaban entorno a que cada grano de trigo suponía un 11% de la media de producción de su agricultura.
Hasta 1550 se extendió el cultivo del cereal. De hecho, a mediados del siglo XVI el 63% de la tierra cultivada se destinaba a este producto. A partir de ese momento los campesinos empezarán a dedicarse al cultivo de cereales mixtos y a la ganadería estipulada, puesto que con estas dos actividades van a lograr unos mayores beneficios.
Esta actividad va a poder ser desarrollada por los campesinos porque la mitad de las tierras se encontraban en sus manos, y aquellos que no poseían tierras se les garantizaba unos derechos consuetudinarios, por el cual aquellos que no eran propietarios de tierra podían acceder a ellas.
También en esta zona será en la que se perfeccionen los sistemas de rotaciones de cultivo sin barbecho, siendo los principales cultivos los de avena, lino, nabos y trébol. De esta forma no se dejaba ninguna parcela de tierra sin cultivar pero al mismo tiempo gracias al aporte de nitrógeno que proporcionaba el trébol no se va a producir un agotamiento de las tierras cultivadas, sino todo lo contrario pues se va a dar una potenciación e intensificación de la calidad del suelo.
Por último, Respecto all utillaje empleado en esta zona nos vamos a encontrar con un perfeccionamiento de los arados y de la tecnología de los molinos de viento. Estas mejoras se van a producir por la existencia de unos capitales que permitirán la inversión.

Sunday, December 10, 2006

TENDENCIAS DE LA PRODUCCIÓN EN EL MUNDO MODERNO
La siembra por excelencia en la Edad Moderna es la del cereal, y según los tipos de suelo, se extienden manchas de cereales de mejor o peor calidad. La agricultura tradicional es la dominante y difícil de cambiar, salvo contadas excepciones. En las zonas en que se mantiene la agricultura cerealera, podremos hallarnos con cambios hacia el viñedo tras épocas de malas cosechas, y en Castilla en particular, por la demanda de vino desde América. En cualquier caso, el gran período del cereal en Europa será el siglo XVI, y al margen de su precio, irán ligados los de los arrendamientos de la tierra, o las formas de propiedad.
Ahora bien, tanto la cantidad de tierra disponible, como su capacidad para producir son limitadas, y ello tendrá unos resultados absolutamente negativos para la población.
Esta economía rural es fundamentalmente de autoconsumo y localmente autárquica. Por el contrario, mientas el campo vive en esta situación, se están perfeccionando los instrumentos financieros en las ciudades, o el campo se está monetarizando por diversas causas. En un mundo de transición como es el de la Edad Moderna, no es de extrañar que afloren las pecualiaridades sectorices, regionales… es decir, contadicciones.
En la economía agraria tradicional no se usan innovaciones para aumentar los rendimientos, sino fundamentalmente varios procedimientos. En primer lugar, sencillamente, se abonan los campos con estiércol. Este estiércol proviene, primero, de la apertura de los campos tras la cosecha a los ganados del lugar, la derrota de mieses, produciéndose un beneficio mutuo entre campesinos y ganaderos (a aquel se le abona naturalmente el campo, a éste se le engorda el ganado).
En segundo lugar, se abren nuevos terrenos para ser labrados y obtener más cosecha. Ese procedimiento, productivo a corto plazo, es dañino a medio plazo. Para roturar más, se tendrán que talar bosques, y así parte de la riqueza cinegética y forestal se pierde. Y no hay que olvidar que la caza es para estas economías de subsistencia un bien muy preciado. Pero en el caso de que no hubiera bosque, y tan solo monte bajo, lo que se ha hecho ha sido impedir al ganado mayor y menor alimentarse en zonas asilvestradas. Imaginemos que alrededor de una localidad hubiera campos sembrados, pastos y zonas asilvestradas. Si por el aumento de la población (innegable desde mediados del XV y a lo largo del buena parte del XVI) se necesita más grano y se queman las zonas asilvestradas, el número de cabezas de ganado habrá de reducirse porque no tienen ni qué ni en dónde comer. Con esa reducción menguará también el estiércol disponible, y con ello, la regeneración del suelo. Pero aún hay más. Las tierras que abre el arado en momentos de presión demográfica son de peor calidad, tenderán a cansarse antes, exigiendo del campesino el mismo esfuerzo y la misma inversión en simientes o en reparaciones de sus aperos que aquellas otras de excelente calidad. Así, con el tiempo, los rendimientos irán decreciendo por sí mismos y con respecto al trabajo que necesitan.
Desde la Edad Media las comunidades se habían dotado de mecanismos de defensa para su subsistencia. Parte de las tierras no tenían propietario individual sino colectivo. Eran los bienes comunales. Su aprovechamiento por los vecinos de los lugares podía ser gratuito o levemente gravado; prohibido o a elevados precios para los forasteros. Los bienes de comunes más frecuentes eran parcelas que se disfrutaban de muchas maneras destintas (por sorteos anuales, de por vida, etc.), y los de propios podían ser dehesas boyales en las que guardaban sus animales de labor, los molinos de harina o aceite, los puentes, las barcas para cruzar los ríos, etc. En su origen, por medio de las recaudaciones de propios, se intentaría que los vecinos no tuvieran que pechar, esto es pagar servicios a la Corona. Sin embargo, conforme asciende la presión fiscal, la recaudación (que evoluciona hacia el dinero, abandonándose los pagos en especie) se hace insuficiente y los campesinos han de ir entrando en el circuito monetarista por necesidades obvias.
Es muy posible que al siglo XVI llegaran grandes superficies de bienes comunales por todo el continente. Son así una atractiva reserva económica que se altera en esta época de mayor expansión demográfica. Pero no sólo se altera la propiedad de la tierra, o su uso, sino también las costumbres comunitarias ancestrales. Este es el ejemplo, de Castilla, con las perpetuaciones de baldíos roturados (con Felipe II). Circunstancias similares se vivirán de nuevo en el XVIII, o se completará lo iniciado en el XVI.
Presión demográfica, por una lado, aumento de las necesidades fiscales de las monarquías, por otro, favorecen este proceso de privatizaciones. Como ocurre con el mundo financiero o con los burgueses, aquí también el individuo se ha impuesto a la colectividad. Pero se ha roto, con consecuencias negativas para esta economía de subsistencias, el equilibrio entre las propiedades públicas y las particulares.
A las inclemencias meteorológicas, que daban al traste con las cosechas un año sí y otro no, o a las dificultades técnicas, o a los reparos para las innovaciones, habría que añadir siempre la escasa productividad desde el momento de la siembra. Hay tener presente que, tras la cosecha, lo que se podría denominar cantidades fijas se perdían en diezmos, tributos civiles o simientes para el año siguiente. Algunas semillas podían ser hueras. Otras se las comían roedores y pájaros. Al final, por lo tanto, ¿cuánto le quedaba al campesino para su manutención, para reservar para el año siguiente por si acaso, o para comercializar? La verdad es que poco. Todo lo dicho anteriormente tenía que salir de entre 4,5 granos por simiente echada (en Polonia) a algo más de 7 (en Inglaterra). Era una relación de rendimientos dramáticamente baja.
Conociéndola, no es de extrañar que se hicieran los esfuerzos que se hacían por preservar bienes comunales, y que su uso estuviera tan reglamentado como estaba, pues formaba parte de la supervivencia de la comunidad.
En cualquier caso, el trabajo en el campo era una tarea durísima, ingrata y llena de incertidumbres. Vivir mejor de la habitual sólo era posible de dos maneras: o explotando a otros hombres, o autoexplotándose, y quien lograba sobrevivir así alguna generación, acababa cayendo en el grupo anterior.

Saturday, December 09, 2006

EL UTILLAJE Y LAS TÉCNICAS DE LA AGRICULTURA DURANTE LA EDAD MODERNA
Desde la caída del Imperio romano hasta el siglo XVIII, las herramientas y los métodos usados por los campesinos para cultivar sus tierras casi no variaron. Los progresos en la productividad agrícola fueron extremadamente lentos, alternando fases de avance con otras de regresión. Durante todos esos siglos, la agricultura fue muy dependiente de los ciclos naturales y muy vulnerable a las catástrofes meteorológicas.
Entre 1600 y 1800, en Gran Bretaña primero y luego también en el resto de Europa occidental, la productividad agrícola se incrementó notablemente gracias al mejoramiento de las técnicas y métodos de cultivo, y también por la extensión de la superficie cultivada y por los cambios en las estructuras agrarias.
Al mismo tiempo se produjo un cambio de mentalidad. Hay que recordar que a mediados del siglo XVIII una escuela de pensamiento económico, los fisiócratas (Quesnay y Turgot), propagaban en sus escritos la máxima de que la tierra es la única fuente de riqueza y la agricultura es la que las multiplica. Las cuestiones agrícolas pasaron al primer plano de interés para los gobiernos y los grandes propietarios.
Este dinamismo del sector agrícola tuvo una enorme trascendencia en la Revolución Industrial posterior. Los avances en la agricultura permitieron liberar mano de obra al hacer posible que un porcentaje menor de la fuerza de trabajo alimentase al resto, quedando así el excedente disponible para dedicarse a la manufactura; además, los mayores rendimientos agrícolas incrementaron la demanda de bienes industriales, ya que la población agrícola tuvo una posibilidad mayor de gastar parte de sus salarios en artículos manufacturados.
Gran Bretaña iba a la cabeza de los cambios agrícolas. Ya en el siglo XVIII algunas personas audaces ensayaban nuevas tecnicas e innovaciones en los cultivos como:
1. Jethro Tull: estudioso inglés de la agricultura, conocido por sus innovaciones en las técnicas y equipamiento agrícolas. Tras estudiar en la Universidad de Oxford fue admitido en el ejercicio de la abogacía, pero nunca llegó a practicar el derecho. Se dedicó a la agricultura y en 1701 inventó una barrena mecánica que sembraba semillas en hileras (la sembradora), lo que permitía el cultivo entre las hileras y reducía la necesidad de escardado. El mecanismo rotatorio empleado en su invento fue la base de todos los dispositivos de siembra desarrollados después. Tull incidió en la importancia de pulverizar el suelo para que el aire y la humedad pudieran llegar hasta las raíces de las plantas en crecimiento; con este fin desarrolló una azada tirada por caballos. Sus ideas sobre la agricultura fueron incorporadas en un libro, The New Horse Houghing (Hoeing) Husbandry (La nueva agricultura de la azada de tracción animal 1731; ampliado en 1733).
2. Vizconde Charles Townshend: político británico, destacó especialmente bajo el reinado de Jorge I. Nacido en Raynham, en Norfolk, sucedió a su padre como vizconde de Townshend en 1687. Estudió en el Eton College y en la Universidad de Cambridge. Junto con su cuñado Robert Walpole, apoyó a la facción política conocida como whig, durante el reinado de Ana Estuardo, y ayudó a planear el acceso al trono de Jorge I en 1714. Como secretario de Estado del Norte (1714-1716), sofocó la rebelión jacobita de 1715. Volvió a asumir el cargo en 1720 y, desde 1724 hasta 1730, él y Walpole dominaron el gabinete. Responsable de Asuntos Exteriores, siguió una política antiaustriaca en unión con Francia y España. Después de la llegada al trono de Jorge II en 1727, estuvo implicado en la lucha de poder con Walpole, y en 1730 tuvo que renunciar. Abogó por la mejora de los métodos agrícolas y se le conoció popularmente como lord Turuip (lord Nabo), por su interés en el cultivo de esa planta.
Respecto al continente europeo, las mejoras siguieron métodos más tradicionales. Entre las mejoras que poco a poco contribuyeron a aumentar la producción agrícola destacan los sistemas de rotación de cultivos, como son el sistema de rotación trienal y el sistema de rotación cuadrienal (sistema Norfolk). Este último sistema se alternaba con legumbres nabos o patatas, lo que permitía cultivar continuadamente el suelo sin temor al agotamiento. Muchos de estos nuevos cultivos además, servían para alimentar al ganado durante el invierno con lo que el número de cabezas pudo crecer y, a su vez, el incremento del abono animal (estiércol) contribuyó a una mayor fertilidad de la tierra Esta estrecha asociación entre agricultura y ganadería es otro de los rasgos esenciales de la revolución agraria del siglo XVIII. El perfeccionamiento del arado, la irrigación, la selección y cruce de ganado para producir nuevas especies mejoradas, fueron otras importantes innovaciones.
Los nuevos cultivos y técnicas permitían poner en cultivo terrenos yermos y marginales. También los terrenos húmedos al ser desecados mediante la técnica del drenaje. Con ello aumentó considerablemente la extensión de las tierras de cultivo.
Un segundo grupo de innovaciones se introdujo más tarde, ya en el siglo XIX y coincidiendo con el auge se la Revolución Industrial: nuevas máquinas (segadoras, trilladoras…), fertilizantes químicos, y la utilización de la tracción no animal.
La mayoría de estos nuevos métodos no se podían introducir con eficacia en los campos abiertos que fueron característicos en gran parte de Europa durante siglos. Los campos abiertos estaban compuestos por multitud de pequeñas parcelas dispersas. Esto no era en absoluto eficaz pero respondía, probablemente a, a un sentido primitivo de la justicia según la cual, al repartir las tierras entre los herederos, se procedía a un fraccionamiento para que cada uno tuviese una parte de las tierras buenas y también de las malas. En aquellos campos, pequeños y distanciados, era imposible introducir ningún tipo de maquinaria. Gran parte de las tierras eran, además, de aprovechamiento comunal.
En los siglos XVIII y XIX tuvo lugar un proceso de concentración de la propiedad y de cercado o cerramiento de los campos que provocó un mayor grado de eficacia y una mayor productividad de la agricultura. El campesino, desposeído de las tierras comunales y en muchas ocasiones obligado a vender sus propias tierras, se vio sometido a un proceso de proletarización. En Gran Bretaña fue especialmente temprano e intenso este movimiento de cercamiento de terrenos (enclosures), ya que el Parlamente dictó leyes y disposiciones a su favor.

TIPOS DE ROTACIÓN EN LA AGRICULTURA DE LA EDAD MODERNA


Durante la Edad Moderna se dieron dos tipos diferentes de rotación de cultivos:
  1. Rotación trienal: se dividía el terreno en tres partes, en las que se cultivan plantas diferentes. Un tercio del terreno quedaba cada año en barbecho.
  2. Rotación cuadrienal de cultivo (Sistema Norfolk): se dividía la tierra en cuatro partes, combinando cereales con nabos o trébol, pues ambos fijaban nitrógeno al suelo por lo que ya no era necesario dejar una parte en barbecho. Mediante este sistema se logró alimentar a una cabaña ganadera mayor. Además su estiércol, a su vez, contribuía a mejorar la fertilidad de la tierra.