HISTORIA ECONÓMICA DE LA EDAD MODERNA

Sunday, December 17, 2006

LA AGRICULTURA EUROPEA EN EL SIGLO XVIII
A comienzos del siglo XVIII predominan aún los paisajes agrarios heredados en los que la tendencia a la especialización aún no se ha marcado mucho. En general, hay un predominio del openfield, que permite en muchos casos el aprovechamiento común, y las técnicas agrícolas se han modernizado poco, aunque ya son frecuentes, según las zonas, avances como el arado brabanzón o el collarón para los caballos de tiro. También se han introducido sistemas de rotación de cultivos, aunque muy localizados.
Todo esto sufrirá importantes modificaciones. La mayor innovación del paisaje es la tendencia a los cercamientos (enclosures), que se produce en todas partes donde dominaba el campo abierto. Es una respuesta al cambio de condiciones del cultivo de la tierra, jurídica y económicas. En la tierra se podrán hacer innovaciones, aprovechar mejor los recursos y sacar un mayor beneficio. Con el cercamiento se agranda también la propiedad en las zonas del norte de Europa donde se desarrolla la nueva agricultura capitalista.
El aumento general de la demanda necesita una producción mucho mayor, que se conseguirá en parte con nuevas técnicas de cultivo, pero también con la extensión de las labores. En la primera mitad del siglo la producción pudo aumentar casi exclusivamente gracias a las roturaciones, con las que se ganan tierras abandonadas en los peores momentos del siglo XVII. En la segunda mitad del siglo, en cambio, disminuyen las roturaciones y en muchos sitios se introducen nuevas técnicas. Si la extensión hace descender la media de los rendimientos al ponerse en cultivo tierras peores, en las tierras buenas y allí donde aparecen nuevas técnicas, los rendimientos aumentaron notablemente, muchas veces acompañados de nuevos cultivo.
Naturalmente, todas estas realidades se presentas de manera diferente según las zonas climáticas, tan variadas en toda Europa. En los climas excesivamente cálidos y secos del sur, o en los más fríos del extremo norte, las modificaciones son más difíciles; en cambio, las nuevas técnicas se adaptan bien en las zonas templadas y húmedas, de suelo fértil, de las latitudes medias y sobre todo en los valles. De modo general, el clima no mejoró sustancialmente durante el siglo y se sigue en la fase fría que domina en Europa desde finales del siglo XVI. Es claro a este respecto, que también en este siglo XVIII del crecimiento, abundaron las malas cosechas y las crisis de abastecimientos como en los siglos anteriores, aunque seguramente fueron más abundantes en la segunda mitad del siglo y en la Europa mediterránea.
La producción agraria se verá incentivada por el aumento de población, también en muchos sitios mejoraron los niveles de vida, aunque fuera sectorialmente, según determinados grupos sociales, lo que incrementó la capacidad adquisitiva y la demanda. La agricultura fue capaz de dar de comer mejor y a más cantidad de habitantes por unidad de producción, aunque también exista la ayuda de los productos alimenticios.
Aumentó también la población urbana. La tradicional interacción entre campo y ciudad se convirtió en algunos lugares en una subordinación del campo a la urbe y hubo un progresivo incremento de la población dedicada a servicios sobre la población activa agraria. Existen ya provincias enteras que condicionan su agricultura al abastecimiento de grandes ciudades cercanas, como son Londres, París o Madrid. Otras veces, la actividad comercial exportadora de la ciudad es la que condiciona los cultivos cercanos, como es el caso de Burdeos y sus viñedos.
También se va modificando la estructura de la propiedad agraria. La posesión de la tierra es más apetecible y los burgueses la buscan, tanto por el beneficio económico, como por el deseado status de rentista. A veces sirve la compra directa; otras, basta la apropiación a la que habilitan las deudas impagadas de los campesinos a los que se ha prestado con hipoteca de su tierra. En todo el Occidente se produce una tendencia a la desaparición del pequeño propietario, convertido en arrendatario.
La situación de éstos es muy variada y va desde la del tenant inglés, casi un propietario de hecho, con arrendamientos a largo plazo, similar a los sistemas de enfiteusis del continente, hasta las situaciones casi serviles aún de algunas regiones de Francia y del centro de Europa. En muchos lugares hay también una tendencia a acortar los plazos del arrendamiento para poder subir el alquiler. Durante buena parte del siglo esas tendencias fueron una respuesta al auge de la tierra. En las últimas décadas, sin embargo, cuando se nota la presión de la población sobre una tierra azotada por frecuentes problemas climatológicos y por el alza de los precios, el propietario necesitaba elevar las rentas para no perder capacidad adquisitiva y el arrendamiento ya no estará en condiciones de pagar. En Francia este fenómeno, que ha sido calificado en algunos casos de nueva refeudalización, está claramente en el fondo de las protestas campesinas relacionadas con la Revolución.
En todas estas apreciaciones no se ha tenido en cuenta la situación de la Europa oriental, prácticamente inmóvil, donde predominan los trabajos serviles y la gran propiedad de la aristocracia, sin que el capital burgués haya entrado en absoluto en el campo.
El aumento de la producción, la introducción de novedades y a la vez el mantenimiento de las estructuras tradiciones, son una suma de realidades que a veces han sido interpretadas como revolución agraria y otras simplemente como fenómenos de crecimiento con limitaciones. Desde el punto de vista descriptivo sigue habiendo un predominio de la agricultura tradicional. Por otra parte, la imagen crítica que se suele tener de la agricultura en algunos países corresponde al secano, donde hubo pocos cambios y la producción aumentó de manera extensiva. No obstante, en muchos sitios crecieron también los cultivos de regadío con técnicas tradicionales. La demanda de estos productos hizo que la huerta ganara terreno al secano, especialmente cerca de las ciudades. A ello habría que añadir el desarrollo de los cultivos de exportación.
A los métodos tradicionales, algunos más intensivos, se suman otros que suponen el desarrollo de una nueva agricultura sobre todo en dos aspectos:
1.La estructura de la producción
2.La mentalidad del propietario, que se va haciendo más empresarial.
No todo es nuevo, pero ahora las novedades son más frecuentes y se difunden más. Hay una pasión por lo agrario y una mayor conexión con el desarrollo económico.
Los nuevos propietarios con mentalidad capitalista miraban al campo de otra manera. La agricultura se puso de moda, en primer lugar, entre los teóricos, incluidos los filósofos que difundieron una nueva idea de la naturaleza física, como puede verse en los Discursos sobre el tema de Rousseau, o en la Historia natural de Bufón; junto a ellos están todos los difusores de la fisiocracia.
Pero la teoría no lo es todo, también se estudian con detalle nuevas técnicas de cultivo y de cría y ganados. Pronto empezaron a aparecer obras especializadas y las ideas básicas se difundieron en panfletos y periódicos especializados, y por la formación de sociedades cuyos miembros estudiaban los problemas teóricos y fomentaban la práctica de las novedades
El capitalismo agrario, el aumento de la producción agrícola y ganadera y la especialización sólo podían tener amplia cabida allí donde el mercado podía absover esos cambios, porque se estaban produciendo también otros en diferentes sectores. Esto ocurría en Inglaterra, donde la Revolución Industrial llevaba consigo una necesaria transformación agraria.
Se produjo en Inglaterra una especialización regional a gran escala (no sólo comarcal), entre zonas de agricultura rica y especializada, que pueden producir para el mercado interior y exterior, y zonas de suelo menos fértil, orientadas hacia la industria. Dado que la nueva agricultura retuvo mucha mano de obra relativamente bien pagada, e impidió la emigración, estas regiones se convertirán en buenas compradoras de manufacturas, lo que favoreció el comercio interior.
Los mayores beneficios obtenidos a través de la especialización favorecieron la inversión en otras actividades, como la industria, y la mejora de las explotaciones. El campo obtuvo y necesitó cada vez más capitales y el desarrollo de los bancos rurales favoreció créditos e inversiones. Del campo salió el dinero que financió la construcción de canales, fundamentales para el riego y el transporte. También el dinero drenado hacia el campo por el auge de las eclousures favoreció un importante incremento de la renta agrícola en el total de la renta nacional y permitió modificar los mecanismos de ofertas y demanda de productos agrícolas e industriales abaratar los costes por la especialización. La agricultura así fortalecida, pudo aguantar también un mayor peso fiscal y liberar de ello a otros sectores en la difícil coyuntura de fin de siglo.

LA AGRICULTURA EN LOS PAÍSES BAJOS DURANTE LA EDAD MODERNA
La agricultura de los Países Bajos será una de las más avanzadas que se darán en la Europa preindustrial, porque van a ser los primeros que empleen abonos químicos.
Los Países Bajos en este momento van a tener acceso a un cereal del cual ellos no eran los productores, lo que les va a permitir dedicar tierras a otros cultivos. Este hecho permitirá que exista un mayor equilibrio entre la agricultura y la ganadería, y gracias a esta ganadería habrá más abono lo que conllevará un incremento de la producción. Esta es una zona capitalizada donde existirá un mayor poder de compra lo que implicará un mayor poder de ganancias. Así pues, los rendimientos se situaban entorno a que cada grano de trigo suponía un 11% de la media de producción de su agricultura.
Hasta 1550 se extendió el cultivo del cereal. De hecho, a mediados del siglo XVI el 63% de la tierra cultivada se destinaba a este producto. A partir de ese momento los campesinos empezarán a dedicarse al cultivo de cereales mixtos y a la ganadería estipulada, puesto que con estas dos actividades van a lograr unos mayores beneficios.
Esta actividad va a poder ser desarrollada por los campesinos porque la mitad de las tierras se encontraban en sus manos, y aquellos que no poseían tierras se les garantizaba unos derechos consuetudinarios, por el cual aquellos que no eran propietarios de tierra podían acceder a ellas.
También en esta zona será en la que se perfeccionen los sistemas de rotaciones de cultivo sin barbecho, siendo los principales cultivos los de avena, lino, nabos y trébol. De esta forma no se dejaba ninguna parcela de tierra sin cultivar pero al mismo tiempo gracias al aporte de nitrógeno que proporcionaba el trébol no se va a producir un agotamiento de las tierras cultivadas, sino todo lo contrario pues se va a dar una potenciación e intensificación de la calidad del suelo.
Por último, Respecto all utillaje empleado en esta zona nos vamos a encontrar con un perfeccionamiento de los arados y de la tecnología de los molinos de viento. Estas mejoras se van a producir por la existencia de unos capitales que permitirán la inversión.

Sunday, December 10, 2006

TENDENCIAS DE LA PRODUCCIÓN EN EL MUNDO MODERNO
La siembra por excelencia en la Edad Moderna es la del cereal, y según los tipos de suelo, se extienden manchas de cereales de mejor o peor calidad. La agricultura tradicional es la dominante y difícil de cambiar, salvo contadas excepciones. En las zonas en que se mantiene la agricultura cerealera, podremos hallarnos con cambios hacia el viñedo tras épocas de malas cosechas, y en Castilla en particular, por la demanda de vino desde América. En cualquier caso, el gran período del cereal en Europa será el siglo XVI, y al margen de su precio, irán ligados los de los arrendamientos de la tierra, o las formas de propiedad.
Ahora bien, tanto la cantidad de tierra disponible, como su capacidad para producir son limitadas, y ello tendrá unos resultados absolutamente negativos para la población.
Esta economía rural es fundamentalmente de autoconsumo y localmente autárquica. Por el contrario, mientas el campo vive en esta situación, se están perfeccionando los instrumentos financieros en las ciudades, o el campo se está monetarizando por diversas causas. En un mundo de transición como es el de la Edad Moderna, no es de extrañar que afloren las pecualiaridades sectorices, regionales… es decir, contadicciones.
En la economía agraria tradicional no se usan innovaciones para aumentar los rendimientos, sino fundamentalmente varios procedimientos. En primer lugar, sencillamente, se abonan los campos con estiércol. Este estiércol proviene, primero, de la apertura de los campos tras la cosecha a los ganados del lugar, la derrota de mieses, produciéndose un beneficio mutuo entre campesinos y ganaderos (a aquel se le abona naturalmente el campo, a éste se le engorda el ganado).
En segundo lugar, se abren nuevos terrenos para ser labrados y obtener más cosecha. Ese procedimiento, productivo a corto plazo, es dañino a medio plazo. Para roturar más, se tendrán que talar bosques, y así parte de la riqueza cinegética y forestal se pierde. Y no hay que olvidar que la caza es para estas economías de subsistencia un bien muy preciado. Pero en el caso de que no hubiera bosque, y tan solo monte bajo, lo que se ha hecho ha sido impedir al ganado mayor y menor alimentarse en zonas asilvestradas. Imaginemos que alrededor de una localidad hubiera campos sembrados, pastos y zonas asilvestradas. Si por el aumento de la población (innegable desde mediados del XV y a lo largo del buena parte del XVI) se necesita más grano y se queman las zonas asilvestradas, el número de cabezas de ganado habrá de reducirse porque no tienen ni qué ni en dónde comer. Con esa reducción menguará también el estiércol disponible, y con ello, la regeneración del suelo. Pero aún hay más. Las tierras que abre el arado en momentos de presión demográfica son de peor calidad, tenderán a cansarse antes, exigiendo del campesino el mismo esfuerzo y la misma inversión en simientes o en reparaciones de sus aperos que aquellas otras de excelente calidad. Así, con el tiempo, los rendimientos irán decreciendo por sí mismos y con respecto al trabajo que necesitan.
Desde la Edad Media las comunidades se habían dotado de mecanismos de defensa para su subsistencia. Parte de las tierras no tenían propietario individual sino colectivo. Eran los bienes comunales. Su aprovechamiento por los vecinos de los lugares podía ser gratuito o levemente gravado; prohibido o a elevados precios para los forasteros. Los bienes de comunes más frecuentes eran parcelas que se disfrutaban de muchas maneras destintas (por sorteos anuales, de por vida, etc.), y los de propios podían ser dehesas boyales en las que guardaban sus animales de labor, los molinos de harina o aceite, los puentes, las barcas para cruzar los ríos, etc. En su origen, por medio de las recaudaciones de propios, se intentaría que los vecinos no tuvieran que pechar, esto es pagar servicios a la Corona. Sin embargo, conforme asciende la presión fiscal, la recaudación (que evoluciona hacia el dinero, abandonándose los pagos en especie) se hace insuficiente y los campesinos han de ir entrando en el circuito monetarista por necesidades obvias.
Es muy posible que al siglo XVI llegaran grandes superficies de bienes comunales por todo el continente. Son así una atractiva reserva económica que se altera en esta época de mayor expansión demográfica. Pero no sólo se altera la propiedad de la tierra, o su uso, sino también las costumbres comunitarias ancestrales. Este es el ejemplo, de Castilla, con las perpetuaciones de baldíos roturados (con Felipe II). Circunstancias similares se vivirán de nuevo en el XVIII, o se completará lo iniciado en el XVI.
Presión demográfica, por una lado, aumento de las necesidades fiscales de las monarquías, por otro, favorecen este proceso de privatizaciones. Como ocurre con el mundo financiero o con los burgueses, aquí también el individuo se ha impuesto a la colectividad. Pero se ha roto, con consecuencias negativas para esta economía de subsistencias, el equilibrio entre las propiedades públicas y las particulares.
A las inclemencias meteorológicas, que daban al traste con las cosechas un año sí y otro no, o a las dificultades técnicas, o a los reparos para las innovaciones, habría que añadir siempre la escasa productividad desde el momento de la siembra. Hay tener presente que, tras la cosecha, lo que se podría denominar cantidades fijas se perdían en diezmos, tributos civiles o simientes para el año siguiente. Algunas semillas podían ser hueras. Otras se las comían roedores y pájaros. Al final, por lo tanto, ¿cuánto le quedaba al campesino para su manutención, para reservar para el año siguiente por si acaso, o para comercializar? La verdad es que poco. Todo lo dicho anteriormente tenía que salir de entre 4,5 granos por simiente echada (en Polonia) a algo más de 7 (en Inglaterra). Era una relación de rendimientos dramáticamente baja.
Conociéndola, no es de extrañar que se hicieran los esfuerzos que se hacían por preservar bienes comunales, y que su uso estuviera tan reglamentado como estaba, pues formaba parte de la supervivencia de la comunidad.
En cualquier caso, el trabajo en el campo era una tarea durísima, ingrata y llena de incertidumbres. Vivir mejor de la habitual sólo era posible de dos maneras: o explotando a otros hombres, o autoexplotándose, y quien lograba sobrevivir así alguna generación, acababa cayendo en el grupo anterior.

Saturday, December 09, 2006

EL UTILLAJE Y LAS TÉCNICAS DE LA AGRICULTURA DURANTE LA EDAD MODERNA
Desde la caída del Imperio romano hasta el siglo XVIII, las herramientas y los métodos usados por los campesinos para cultivar sus tierras casi no variaron. Los progresos en la productividad agrícola fueron extremadamente lentos, alternando fases de avance con otras de regresión. Durante todos esos siglos, la agricultura fue muy dependiente de los ciclos naturales y muy vulnerable a las catástrofes meteorológicas.
Entre 1600 y 1800, en Gran Bretaña primero y luego también en el resto de Europa occidental, la productividad agrícola se incrementó notablemente gracias al mejoramiento de las técnicas y métodos de cultivo, y también por la extensión de la superficie cultivada y por los cambios en las estructuras agrarias.
Al mismo tiempo se produjo un cambio de mentalidad. Hay que recordar que a mediados del siglo XVIII una escuela de pensamiento económico, los fisiócratas (Quesnay y Turgot), propagaban en sus escritos la máxima de que la tierra es la única fuente de riqueza y la agricultura es la que las multiplica. Las cuestiones agrícolas pasaron al primer plano de interés para los gobiernos y los grandes propietarios.
Este dinamismo del sector agrícola tuvo una enorme trascendencia en la Revolución Industrial posterior. Los avances en la agricultura permitieron liberar mano de obra al hacer posible que un porcentaje menor de la fuerza de trabajo alimentase al resto, quedando así el excedente disponible para dedicarse a la manufactura; además, los mayores rendimientos agrícolas incrementaron la demanda de bienes industriales, ya que la población agrícola tuvo una posibilidad mayor de gastar parte de sus salarios en artículos manufacturados.
Gran Bretaña iba a la cabeza de los cambios agrícolas. Ya en el siglo XVIII algunas personas audaces ensayaban nuevas tecnicas e innovaciones en los cultivos como:
1. Jethro Tull: estudioso inglés de la agricultura, conocido por sus innovaciones en las técnicas y equipamiento agrícolas. Tras estudiar en la Universidad de Oxford fue admitido en el ejercicio de la abogacía, pero nunca llegó a practicar el derecho. Se dedicó a la agricultura y en 1701 inventó una barrena mecánica que sembraba semillas en hileras (la sembradora), lo que permitía el cultivo entre las hileras y reducía la necesidad de escardado. El mecanismo rotatorio empleado en su invento fue la base de todos los dispositivos de siembra desarrollados después. Tull incidió en la importancia de pulverizar el suelo para que el aire y la humedad pudieran llegar hasta las raíces de las plantas en crecimiento; con este fin desarrolló una azada tirada por caballos. Sus ideas sobre la agricultura fueron incorporadas en un libro, The New Horse Houghing (Hoeing) Husbandry (La nueva agricultura de la azada de tracción animal 1731; ampliado en 1733).
2. Vizconde Charles Townshend: político británico, destacó especialmente bajo el reinado de Jorge I. Nacido en Raynham, en Norfolk, sucedió a su padre como vizconde de Townshend en 1687. Estudió en el Eton College y en la Universidad de Cambridge. Junto con su cuñado Robert Walpole, apoyó a la facción política conocida como whig, durante el reinado de Ana Estuardo, y ayudó a planear el acceso al trono de Jorge I en 1714. Como secretario de Estado del Norte (1714-1716), sofocó la rebelión jacobita de 1715. Volvió a asumir el cargo en 1720 y, desde 1724 hasta 1730, él y Walpole dominaron el gabinete. Responsable de Asuntos Exteriores, siguió una política antiaustriaca en unión con Francia y España. Después de la llegada al trono de Jorge II en 1727, estuvo implicado en la lucha de poder con Walpole, y en 1730 tuvo que renunciar. Abogó por la mejora de los métodos agrícolas y se le conoció popularmente como lord Turuip (lord Nabo), por su interés en el cultivo de esa planta.
Respecto al continente europeo, las mejoras siguieron métodos más tradicionales. Entre las mejoras que poco a poco contribuyeron a aumentar la producción agrícola destacan los sistemas de rotación de cultivos, como son el sistema de rotación trienal y el sistema de rotación cuadrienal (sistema Norfolk). Este último sistema se alternaba con legumbres nabos o patatas, lo que permitía cultivar continuadamente el suelo sin temor al agotamiento. Muchos de estos nuevos cultivos además, servían para alimentar al ganado durante el invierno con lo que el número de cabezas pudo crecer y, a su vez, el incremento del abono animal (estiércol) contribuyó a una mayor fertilidad de la tierra Esta estrecha asociación entre agricultura y ganadería es otro de los rasgos esenciales de la revolución agraria del siglo XVIII. El perfeccionamiento del arado, la irrigación, la selección y cruce de ganado para producir nuevas especies mejoradas, fueron otras importantes innovaciones.
Los nuevos cultivos y técnicas permitían poner en cultivo terrenos yermos y marginales. También los terrenos húmedos al ser desecados mediante la técnica del drenaje. Con ello aumentó considerablemente la extensión de las tierras de cultivo.
Un segundo grupo de innovaciones se introdujo más tarde, ya en el siglo XIX y coincidiendo con el auge se la Revolución Industrial: nuevas máquinas (segadoras, trilladoras…), fertilizantes químicos, y la utilización de la tracción no animal.
La mayoría de estos nuevos métodos no se podían introducir con eficacia en los campos abiertos que fueron característicos en gran parte de Europa durante siglos. Los campos abiertos estaban compuestos por multitud de pequeñas parcelas dispersas. Esto no era en absoluto eficaz pero respondía, probablemente a, a un sentido primitivo de la justicia según la cual, al repartir las tierras entre los herederos, se procedía a un fraccionamiento para que cada uno tuviese una parte de las tierras buenas y también de las malas. En aquellos campos, pequeños y distanciados, era imposible introducir ningún tipo de maquinaria. Gran parte de las tierras eran, además, de aprovechamiento comunal.
En los siglos XVIII y XIX tuvo lugar un proceso de concentración de la propiedad y de cercado o cerramiento de los campos que provocó un mayor grado de eficacia y una mayor productividad de la agricultura. El campesino, desposeído de las tierras comunales y en muchas ocasiones obligado a vender sus propias tierras, se vio sometido a un proceso de proletarización. En Gran Bretaña fue especialmente temprano e intenso este movimiento de cercamiento de terrenos (enclosures), ya que el Parlamente dictó leyes y disposiciones a su favor.

TIPOS DE ROTACIÓN EN LA AGRICULTURA DE LA EDAD MODERNA


Durante la Edad Moderna se dieron dos tipos diferentes de rotación de cultivos:
  1. Rotación trienal: se dividía el terreno en tres partes, en las que se cultivan plantas diferentes. Un tercio del terreno quedaba cada año en barbecho.
  2. Rotación cuadrienal de cultivo (Sistema Norfolk): se dividía la tierra en cuatro partes, combinando cereales con nabos o trébol, pues ambos fijaban nitrógeno al suelo por lo que ya no era necesario dejar una parte en barbecho. Mediante este sistema se logró alimentar a una cabaña ganadera mayor. Además su estiércol, a su vez, contribuía a mejorar la fertilidad de la tierra.

Monday, December 04, 2006

LA AGRICULTURA EN LA EDAD MODERNA Y SU PROYECCIÓN EN EL SISTEMA ECONÓMICO
Durante la Edad Moderna, la mayor parte de la población vivía directa o indirectamente del sector primario. Indirectamente en cuanto que la situación del campo repercutía a corto, medio y largo plazo en las ciudades.
Se puede ver como afecta la situación del campo a la economía en general. Hay dos variables que son esenciales: el volumen de población y el volumen de producción agraria. Así por ejemplo, si se produce un descenso general de población (los descensos bruscos comarcales de población son ocasionados por una epidemia, normalmente peste hasta mediados o finales del XVII) que altera el precio del grano, especialmente en las primeras recogidas tras la epidemia; el precio desciende mucho porque puede haber cereal suficiente como para alimentar a los supervivientes, y en lo sucesivo, si no se recupera el volumen demográfico, se mantendrá bajo. Por ello, una primera conclusión es que una caída general de población, implica la caída de los precios del grano.
Siguiendo con el mismo ejemplo, con respecto a la cuestión de los precios, y añadiendo a lo dicho antes que el precio del grano, por su parte, tiende a ser estable en teoría. Sus variaciones son debidas a agentes externos (clima, población) y por lo tanto, muy bruscas en cuanto se modifica el equilibrio. Tras leer ésto, una segunda conclusión es que en el momento en el que uno de los dos platos de la balanza se descargue, la alteración es muy grande y el equilibrio sólo se recompondrá a medio o largo plazo.
Es muy arriesgado, prácticamente imposible, marcar unas tendencias compactas de la evolución de los precios del grano en Europa en la Edad Moderna, porque las diferencias locales y temporales hacen que las variaciones sean notables. Dentro del ámbito local o regional (marcadamente distinto del internacional) y a corto plazo las alteraciones de precios son muy bruscas. Hay una correlación negativa que se da cuando aumenta la producción, pues bajan los precios. A medio plazo, y si hay estabilidad en todos los factores sociales, políticos y económicos, si sube la producción, suben los precios porque se puede pagar, y porque el nivel y la calidad de vida son altos. Por otra parte, y siempre a medio plazo, si estamos en una época inestable y baja la producción, también lo harán los precios.
A medio plazo también, si suben los precios del trigo, se tenderá a consumir sustitutivos, es decir, otros cereales, fundamentalmente cebada.
A grandes rasgos, la Edad Moderna se mueve entre tendencias expansivas y regresivas: las primeras ocuparían casi todo el siglo XVI y parte del XVII y casi todo el XVIII. Y las segundas, los años finales del XV (aunque en ciertas zonas son de expansión), finales del XVI y casi todo el XVII, y finales del XVIIII.
Por lo dicho anteriormente en los momentos regresivos, a una caída de la población, sigue una caída en los precios de los productos de primera necesidad, el cereal por antonomasia. Al haber menos población, la mano de obra se encarece. Al haber menos población, el campesino que no sea propietario puede exigir un descenso en el arriendo de la tierra, porque sino la abandonaría para irse a la ciudad, o permanecería en su casa en el campo, pero haciendo tareas para las manufacturas urbanas. En ocasiones ello se traduce en una consolidación de los pagos en moneda, en vez de especia, pues al congelarse las rentas, el valor relativo del dinero favorece al que paga, y no al que cobra. De esta situación de estancamiento en la producción los más perjudicados son, naturalmente, o los propietarios de la tierra, o los países productores. Los más favorecidos son los consumidores, los cuales se identifican con los habitantes de las ciudades, o los países importadores. Por su parte, un pequeño o medio propietario se verá gravemente afectado por esta situación, ya que percibe menos por los arriendos de las tierras y percibe menos por la venta del grano que pueda sacar al mercado. Además, al mismo tiempo, ha de gastar en esos gastos fijos y temporales: reparaciones en el utillaje, por poner un ejemplo. Según lo expuesto hasta ahora, es evidente que trabajar en la tierra va siendo cada vez menos rentable, sobre todo para ese grupo de pequeños propietarios, que acabarán dejando el campo. En conclusión, zonas más o menos amplias se asilvestran, y se convierten en tierras, aptas para el alimento del ganado. Éste es el gran beneficiado que, de momento, no encuentra límites a su reproducción.
Lo que estamos viendo se ha iniciado con una caída de los precios del cereal. Parte de la población dispone de más dinero para gastar en productos distintos del trigo: puede destinarlo a consumir mejores alimentos, o distintos. En el ejemplo que estamos viendo, han aumentado las cabezas de ganado y mantener rebaños no implica un aumento de costes, ya que se crían en zonas asilvestradas, por lo que es de suponer que la carne se abarate… y que la población se alimente mejor, o que eleve su nivel de vida.
También habrá quienes usen parte de sus ahorros en comprar más textiles. Pero como no hay innovación técnica para aumentar la producción, desde las ciudades se recurrirá al campo para hacerlo, normalmente contando con campesinos que trabajen en sus hogares a tiempo parcial, cuando no haya tareas agrícolas, en la manufactura de tejidos, haciendo sólo una parte del vestido en cuestión. Aquellos campesinos que disfruten de esta situación, también dispondrá de algún dinero extraordinario, y el productor pañero incrementará sus reservas sin haber encarecido el producto: más población podrá comprar textiles. Las ciudades han iniciado su revivir, y desde el campo se les provee de tejidos, pero sobre todos de alimentos, que ahora incluso se han podido modificar ligeramente, cambiándose algunos cultivos dentro de la tradición, por ejemplo, viñedo en lugar de cereal. Por vía de alimentación y de vestido, la población va aumentando poco a poco su nivel de vida. El período regresivo lentamente se ha ido transformando en un período expansivo. Las mejores condiciones alimenticias permiten el aumento de la población. El crecimiento de las manufacturas exige más dinero y éste se dota bien por medio de mayor número o más complejos instrumentos de cambio y crédito, por más yacimientos de metales preciosos para la acuñación de moneda...
Esa población necesita más alimentos, los cuales están en el tope de su producción, por lo que suben sus precios para bien de todo el mundo agrario. Sin embargo, ahora son los arrendatarios de tierras los perjudicados puesto que los propietarios o señores, al haber suficiente manos de obra imponen sus reglas. Los terratenientes se enriquecen, y los campesinos quedan más sujetos a la tierra.
Al haber aumentado el consumo de alimentos en general, y en particular en las ciudades, poseer tierras para explotarlas, directa o indirectamente, es rentable. De ahí que se quiera conservar cualquier tierra, por pequeña que sea. Con las herencias que se aceptan, la propiedad de la tierra va dividiéndose. Pero tal vez no pase ni una generación para que ese mismo agricultor se encuentre que la tierra que posee es insuficiente para producir, o que es muy poco rentable por el esfuerzo que necesita muchos propietarios, pequeños propietarios, pasan a trabajar a expensas de otros, o incluso llegan a vender tierras que habían heredado.
Ahora se quemarán bosques o lo que se había asilvestrado, para dedicarlo a la labranza. También llega el turno a los pastizales. Poco a poco, se va rompiendo el equilibrio en esta economía entre agricultura y ganadería. El arado va arrinconando a las cabezas de ganado que tan útiles son en el abonar los campos tras la cosecha.
Durante este último siglo, expansivo, la agricultura pasa a ser el principal centro de interés de la fisiocracia, y en España, en concreto, las Reales Sociedades Económicas convocan concursos(siguiendo la tradición del arbitrismo agrario y técnico) para mejorar el utillaje y la producción.
Pero a pesar de todo está surgiendo una nueva etapa de contracción y cambios, pues se está dando el capitalismo, capaz de absorber toda la producción feudal. A fin de cuentas, esa sociedad estaba atada a lazos profundamente feudales en lo social (en muchas zonas de Europa, la mayor parte de la población vive sometida al régimen feudal, y en muchas cosas los reyes actúan como señores de señores), en lucha con el desarrollo de ese capitalismo, aún sólo comercial y no industrial.